Quilmes se empecina en resistir

Se sostiene por convicción, por tanto amor propio. Pudo haberse dado por vencido antes, bastante antes. Pero siguió adelante. Ricardo Caruso Lombardi, con cualquier desenlace, habrá conseguido lo que se propuso: si desciende, Quilmes volverá a la B Nacional con la vista al frente. No tendrá por qué bajarla. A lo sumo, deberá reprocharse tanto desajuste en sus primeros pasos de la temporada. Tanto recambio innecesario entre casi 20 refuerzos, la mayoría a préstamo. Tanto desfile de entrenadores. Tantos volantazos . Aunque podrá sentirse bien conforme en este tramo final. Se agarró con toda su fuerza de la cornisa. Peleó -y pelea- hasta que se le gastaron las uñas. Quilmes quema y, por ahora, nada sabe de cenizas.Dio ante San Lorenzo otra función de coraje y temperamento. Las cosas podrán salirle más o menos bien. Pero en cada pelota se le irá el aliento y le retumbará el pecho. Aun en medio del griterío de su gente lo conmoverá el eco de su propio latido. Atacará cuando pueda. Acaso hasta marcará alguna prematura diferencia. Y defenderá desde el primer momento hasta el último; incluso con siete marcadores, como en el instante final del partido de anoche. No puede pedírsele otra cosa. El cervecero, acorralado, lo sabe y ejecuta su plan como puede. Mucho más ante un adversario como San Lorenzo, que casi ni le generó peligro.Quilmes encontró esperanza en la capacidad de reconstruirse de Caruso Lombardi. Aquel entrenador, para muchos un parlanchín de la profesión, que siempre en sus equipos saca jugo hasta del fruto más reseco. Gustará su manera o no. Sus métodos serán más o menos convencionales, incluido el casting de jugadores libres. Defensivo o pragmático, según la óptica. Él, verborrágico, insiste sin fijarse. Y, a estas alturas, algo habrá que reconocerle... Como le reconoció ayer la gente del Sur, que clamó por su continuidad. Si se había dado por descendido después del 2-2 con Boca, sus dichos no tuvieron más efecto que una motivación genuina para sus jugadores. Al menos eso dejaron traslucir frente al híbrido San Lorenzo, de piernas pesadas y mente con neblina.Porque esta historia también cuenta las desventuras de aquel viejo Ciclón. De cómo el debut de Asad no trajo soluciones instantáneas. Y de cómo la gente se hartó de un grupo de jugadores a los que no se le borra la mueca de derrota. Tan al revés anda todo por el Clausura que aquel que se mueve al filo del descenso emociona por su corazón palpitante y, sin más, se va entre...

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