Querer a los animales es cosa de humanos

Lo hizo hasta hace muy poco tiempo. La pierna levemente flexionada, el pie suspendido sobre alguna cucaracha repentinamente surgida entre el cemento, mi hijo levantaba la mirada y preguntaba, antes de dar el pisotón final: "¿Está en peligro de extinción?".

Niño de ciudad del siglo XXI, millennial recargado (¿o cómo se les dice, a estas alturas, a los nacidos después de 2008?), desde muy chico convive con jirones del discurso ambientalista como otros convivieron con el sueño espacial o las sombras de la Guerra Fría. Sobre todo con cierta sensibilidad animalista: en casa no somos vegetarianos y dudo que alguna vez optemos por serlo, pero hemos tenido nuestras charlas sobre el sufrimiento animal, las crueldades de la caza, la responsabilidad ante el resto de los seres vivos.

"Se llevaría bien con Elizabeth Costello", pienso, y me digo que yo también me llevaría bien con aquel personaje creado por J. M. Coetzee en la novela homónima. Por razones más bien azarosas, anduve releyendo algunos pasajes de ese extraño libro publicado hace más de una década, y una vez más me conmovió la humanidad de la Costello: una mujer en las postrimerías de la vida, fatigada escritora de éxito que va brindando conferencias y, entre ponencia y ponencia, duda, sufre, se pregunta por el vínculo con los otros, se obliga al ejercicio de una honestidad difícil, por momentos hosca, inevitablemente incómoda. Entre sus obsesiones está eso que hoy llamamos animalismo y que, al menos en el universo creado por la novela, aún no recibe ese nombre. Elizabeth Costello habla en nombre de los animales cuando semejante postura es cualquier cosa menos una postura cool; sostiene el vegetarianismo en un entorno que la mira con respetuosa suspicacia; les habla de la vida de los pobres pollitos a sus nietos pese al espanto de una nuera que acaba de sacar la comida del horno y que no sabe a qué deidad rogar que su suegra se esfume de una buena vez. Pero Elizabeth insiste porque -y ahí, creo yo, reside su enormidad- lo suyo no ancla en una moda, sino en un desesperado llamamiento a ejercer aquello que nos hace radicalmente humanos: el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR