Qué sería de la vida sin buenos cuentos

El chico de la última fila / Autor: Juan Mayorga / Dirección y diseño escénico: Enrique Dacal / Intérpretes: Nilda Raggi, Julio Ordano, Juan Tupac Soler, Diego Segura, Manuel Longueira y Marisa Viotti / Sala: Elkafka, Lambaré 866 / Funciones: sábados, a las 20.30 / Duración: 100 minutos.Nuestra Opinión: Muy BuenaUn lector es como el sultán de Sherezade. Si se aburre, te corta la cabeza", le dice a su alumno Claudio el profesor de literatura de El chico de la última fila, recordando el famoso relato de Las mil y una noches. Juan Mayorga, autor de esta obra teatral que comentamos, sabe que esa frase puede aplicarse perfectamente al espectador, quien se fastidia y no perdona cuando lo cansan con materiales soporíferos. Frente a ese riesgo, el dramaturgo dice que el mejor remedio es contar una buena historia. Y agrega: "Sin cuentos, la vida no vale nada".La afirmación no es nueva. Se la oye repetir con frecuencia a quienes escriben teatro. El problema es que contar una historia que seduzca al público y, al mismo tiempo, lo haga reflexionar, como es el propósito de Mayorga, no resulta tan sencillo. En el caso de este español, el más difundido de los creadores de su país, en Europa y otros países del mundo, esa meta se ha cumplido con diferente eficacia en su producción. Por lo menos en relación a los títulos que se le conocen en la Argentina (El traductor de Blumemberg, Himmelweg, Cartas de amor a Stalin, El crítico y El chico de la última fila).Tal vez de estas cinco, y sin dejar de apreciar la calidad de los otros textos, es en esta última pieza (que ya se montó en Tucumán en una versión que dirigió en 2007 y 2008 el actor y director Leonardo Goloboff) donde con mayor acierto desarrolla Mayorga su estrategia para lograr aquellos dos objetivos señalados. Todo el dispositivo textual está diseñado con arreglo a esos fines: marcada calidad en los diálogos, múltiples y disímiles miradas sobre lo que sucede, cambio en el eje de la narración que se alterna entre los distintos...