Pura emoción en la puerta de Caras y Caretas

Un chico de unos treinta y pico, de jean, suéter y mochila, cruzó la calle sin mirar a los autos y colectivos que venían por Sarmiento al 2000, frenó justo a la altura de la valla metálica donde ya cuarenta fans esperaban noticias y, a toda velocidad, preguntó: "¿Alguno sabe dónde hay un cajero por acá?" Al unísono, los fanáticos apoyados sobre las paredes del Centro Cultural Caras y Caretas respondieron: "¡Sobre Callao, flaco!".

La ansiedad se sentía en el aire incluso a dos cuadras de la puerta de la sala, con el paso acelerado de jóvenes que crecieron esuchando al ex Serú Girán que hablaban a los gritos, para coordinar con amigos la compra de entradas (sólo se permitía retirar dos por persona, a mil pesos cada una y en efectivo).

A las cuatro de la tarde llegaron los primeros, dementes o afortunados, que lograron deshacerse de compromisos y, aún sin tener la confirmación oficial del show, se instalaron a montar guardia hasta las 17.40, cuando llegaron las palabras oficiales del músico desde su cuenta oficial de Facebook.

Con lágrimas en los ojos, Merlina, una fanática de Wilde de 31 años, leyó en voz alta para todos los pacientes el comunicado escrito por , de puño y letra, tinta escarlata y caligrafía ilegible que rezaba: "Queridos fans. Harto de las religiones que no unen a la gente y, sospechando el final de este planeta, me aboqué en la fabricación de una maquina que traería felicidad a Charly" (ver grisado).

La venta de entradas comenzó a las seis en punto, mientras la puerta de Caras y Caretas se llenaba de jóvenes con remeras negras con las iniciales de Say No More. Sin enumerar, a medida que los presentes compraban su ticket, pasaban al lateral derecho del local para comenzar con la segunda fila y así obtener las mejores ubicaciones, se sacaban fotos orgullosos con su par de entradas en mano para...