Punta, la fiesta interminable

PUNTA DEL ESTE.- Son las 4.40 AM y la noche recién despunta. El francés David Guetta acaba de culminar su hipnótico megashow del Movistar Summer Fest en El Jagüel, ante una multitud de 8000 almas eufóricas. En el sector VIP (a no confundirse: está el VIP, a secas, y el otro ultra, hiper-VIP, al que se accede con doble precinto) comienza el éxodo humano: huestes en hilera que rumbean hacia el caos del estacionamiento en los jardines del predio, también diferenciado entre quienes estacionan a pasos del escenario, los Very Important People, y los obligados a caminar 20 cuadras: todos los demás. Aunque ahora propios y ajenos mezclados avanzan a paso de tortuga -en el Este todavía no inventaron las rutas VIP; es sólo cuestión de tiempo-. Muchos se detienen en los puestos de choris y panchos gourmets, con sabrosas salsas de aceitunas con limón y eneldo, antes de enfilar hacia "el" boliche en el Este: Tequila. Hay que terminar la noche (o el día) como corresponde. Con un Tequilazo. Los más prudentes bailarán en ese otro VIP de La Barra hasta las 8 AM. Los insaciables (sobran) en afters hasta las 10, con el sol encegueciendo retinas que durante horas sólo se acostumbraron a las estridencias de los LED y del centelleo psicodélico del escenario de Guetta.

En ese altar, erguido a 20 metros del suelo, el rey zamarreaba a sus anchas a sus súbditos, incluidos los espíritus más parcos. Había que estar allí para ver la metamorfosis eufórica de Alejandro Gravier y de Valeria Mazza brincando, literalmente, hacia el cielo con las manos sacudidas en alto, cuando el hit "With or without you" relampagueó en el escenario. No eran los únicos. Candelaria, Micaela y Francisco Tinelli, empresarios como Pablo Roemmers y Gianfranco Macri, Isabel Macedo, Nicole Newmann, Fabián Cubello y otra ristra de rich y famous, como el piloto de Fórmula 1, Gastón Mazzacane, Esmeralda Mitre y Darío Lopérfido, hacían lo propio, sin perder una gota de glamour: gasas, brillos, plataformas de vértigo, para ellas; pantalones blancos, camisas de Etiqueta Negra y foulards de seda, para los caballeros. Todos ejercitaban el arte de las selfies. Porque si hay algo caduco en el Este es que una persona ajena al grupo de pertenencia inmortalice el momento. Rito decimonónico. Puro siglo pasado. Los drones sobrevolando la marea humana dieron cuenta de ello. De paso, emprender semejante fiestón, sin el ojo fisgón de un drone es como prohibir los celulares en una activación de marca. Contrasentido...

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