Puede volar el puchero

Aníbal Fernández, en una imagen de 2005, cuando "cocinaba" el puchero como ministro de Néstor Kirchner

De las diez semanas que ya transcurrieron de 2023, la última debe haber sido la más crítica. Y, curiosamente, no fue responsabilidad de la dirigencia política, tan despistada como está en pretender cerrar la grieta abriendo a cada minuto nuevos frentes de combate. El mayor enfrentamiento, el problema de fondo aún no resuelto, giró en torno de una palabra. No fue " inflación ". Tampoco " inseguridad ". La discusión se centra en qué cuernos hacer con el término " solo " de acá en más: si le ponemos tilde cuando equivale a solamente y lo escribimos sin tilde cuando refiere a soledad o si lo dejamos huérfano de acento para siempre, refiera a lo que refiera.

No vaya a creer, querido lector, que es una exageración esto que le cuento. Para quienes trabajamos con palabras, saber qué hacer con "solo" es poco menos que una cuestión de estado: de estado mental . Mire cómo será de intenso el tema que trascendió que en el último pleno de la Real Academia Española los expertos casi se van a las manos por algo tan pequeñito y a la vez tan definitorio como un acento. Obviamente, desmintieron los chispazos. Son académicos, no basiliscos, al fin y al cabo. ¿Y qué acordaron? Que nos hagamos cargo de la decisión. "Se mantiene la obligatoriedad de no tildar el adverbio ‘solo’ y los pronombres demostrativos cuando no exista riesgo de ambigüedad. Se mantiene la opción de tildar o no estas palabras cuando...

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