Protestas sin propuestas

Los estudiantes deberían recurrir a nuevas e ingeniosas formas de reclamar que no atenten contra la legalidad. Las más diversas problemáticas encuentran correlato en reclamos públicos que, en muchos casos, están reñidos con las prácticas republicanas y atentan contra los derechos de los otros. Las tomas de escuelas y universidades, el corte de calles y otras modalidades habituales de protesta van en esta dirección y conforman un escenario que impide el cumplimiento del ciclo mínimo obligatorio -de por sí exiguo- que fija la ley, lo que causa graves perjuicios a la educación que pretenden defender.El ejercicio del derecho de protesta es absolutamente legítimo y sano como herramienta de denuncia o crítica, pero reconoce límites que no deben sobrepasarse dentro del Estado de Derecho. Por eso, la creciente indisciplina de muchos alumnos y las escenas de violencia que involucran reiteradamente a maestros y padres constituyen un llamado de atención que no conviene desoír. La protesta suele reiteradamente asociarse con destrozos de instalaciones en los establecimientos públicos, lo que da paso a vandálicas conductas que generan confusión sobre el real propósito de algunos reclamos.Resulta más fácil optar por la protesta que construir una propuesta. Si sólo se trata de exigir soluciones a la otra parte, la protesta queda acotada a una expresión de reclamo y conlleva una actitud pasiva y limitada que evita el compromiso requerido para la resolución de los problemas. Cuando la queja se...

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