El prólogo de un rally que pasó de la fiesta al miedo

TODD.- Los pilotos expertos lo saben muy bien: cuando las cuatro ruedan se despegan del piso y el auto vuela durante unos instantes que pueden parecer eternos, mover el volante es una contraindicación. Es preciso que, al aterrizar, las ruedas estén alineadas con la dirección de la marcha, para evitar sorpresas desagradables. El Mini All4 N° 360 de la debutante china Guo Meiling no cumplió aparentemente con las prescripciones al eyectarse en el salto más espectacular del prólogo del Dakar 2016, un tramo de once kilómetros entre Arrecifes, acaso la ciudad más "tuerca" de la Argentina, y el pueblito de Todd. Quizás porque el salto era tan espectacular muchos fanáticos se agolparon allí. "Lo que era una fiesta se transformó en un infierno", sintetizó Agustín Canapino, uno de los mejores pilotos de la Argentina, que vio el accidente de cerca. "Si no hubo muertos fue un milagro", apuntó Juan Cruz Alvarez, otro piloto arrecifeño que vio pasar muy cerca suyo, al borde del camino rural, el descontrolado Mini. Solo después de unas horas de angustia se confirmó la inexistencia de víctimas fatales. Pese a ello, resultó un prólogo decididamente amargo para el 9no Dakar sudamericano.

A esa hora, cerca de las 18, el cielo se había despejado gracias al viento que disipaba el polvo del camino, pero la temperatura aún coqueteaba con los 30°. La fiesta en la ruta y en las banquinas llevaba tres horas y media de celebración, desde que el primer cuatriciclo había abierto el tramo a las 14.30. Algunos fanáticos llevaban ya 24 horas acampados, y desde la temprana mañana las sombrillas, los toldos, los gazebos habían florecido al borde del camino, "unos kilómetros muy técnicos", a juicio del motociclista pinamarense Javier Pizzolito. La policía local informaba que no menos de 60 mil personas se habían desperdigado a lo largo de los 11 kilómetros del tramo. Los pilotos más importantes ya habían cumplido con el recorrido: el Peugeot del español Carlos Sainz había acelerado sin el capot, perdido tras el paso por un vado anterior, en el que más de una docena de motociclistas sufrieron dolores de cabeza al mojarse la electrónica de sus máquinas. El vado y el salto, en la segunda mitad del prólogo, habían atraído a cientos de fanáticos. Y también al drama.

"Estábamos a cien metros del lugar, había mucha gente viendo la fiesta, me tocó ver todo -relató Canapino, espantado-. Los Mini oficiales eran los autos que más saltaban, pero también era evidente que caían más de...

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