Prohibido dar malas noticias

Fue un momento tenso para . Su presentación casi terminaba y, en la sede de la Cámara de Comercio de La Plata, donde había sido invitada para el lanzamiento local de la Fundación Pensar, alguien pidió el micrófono desde la mesa más cercana al escenario. Era la tarde del viernes 23 de mayo y había unos 150 asistentes entre industriales, políticos, jueces, fiscales, comerciantes y dirigentes agropecuarios y deportivos. Quien tomó la palabra fue el sacerdote Raúl Sidders, capellán del colegio San Vicente. "Me gustaría saber si, en el caso de que Pro llegara al gobierno de la provincia de Buenos Aires, haría de ésta una provincia gay friendly, aplicaría políticas pro aborto e instrumentaría una página de educación sexual similar a la de Chau Tabú", planteó.Se hizo un silencio. La enrojeció levemente y clavó la mirada en el sacerdote, pero se repuso y contestó a las tres inquietudes. Dijo que, desde el punto de vista personal, estaba en contra del aborto; que la política de la ciudad de Buenos Aires sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo no era otra cosa que la aplicación de una ley nacional, y que, si bien admitía errores en la página Chau Tabú, entendía que habían sido subsanados.El encuentro terminó ahí. El fiscal Marcelo Romero, uno de los posibles candidatos de Pro a intendente de La Plata, se acercó enseguida a Sidders y le susurró una broma en el oído. "Padre, tengo que iniciarle una causa por intento de homicidio", le dijo. Era un chiste, pero ilustrativo de lo incómoda que puede resultar una simple pregunta sobre un tema de fondo para una clase política que esquiva, por lo general, definiciones que puedan depararle costos. Es una tendencia de estos años: el fervor por las encuestas obliga a doblar los cuidados e inhibe debates que eran, hasta hace poco, casi lugares comunes de la vida pública.Las precauciones se extienden a temas que deberían ser menos apasionados, como los económicos. Un reclamo ordinario sobre el canon que las industrias bonaerenses tendrán que pagar por el agua que usan como materia prima acaba de exasperar a Daniel Scioli, que increpó el miércoles por la mañana, durante un café no programado y con un tono infrecuente en su estilo habitual, a la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA). "Leo en los diarios que la UIA está enfrentada con Scioli", protestó, en tercera persona. La tasa pasaba entonces a segundo plano: lo que había irritado al gobernador era la queja publicada en los diarios y, peor aún, que se hubiera...

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