El principal problema de Cristina Kirchner no es Alberto Fernández

Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández

A juzgar por el nivel de humillaciones al que es sometido de forma permanente, y considerando las sugerencias del Cuervo Larroque para que les devuelva el Gobierno a sus verdaderos dueños (una suerte de reivindicación tardía de la "doctrina Vallejos"), cualquier observador del escenario político argentino tendería a concluir que Alberto Fernández constituye el principal problema que tienen hoy Cristina Fernández de Kirchner y su acotado pero fervoroso núcleo de pertinaces seguidores. En efecto, actúan como si estuviesen defraudados por las objetivamente limitadas prestaciones que tuvo el Gobierno (que Cristina sintetizó de forma contundente, demostrando una virtud discursiva desconocida en ella, cuando se refirió a la falta de legitimidad de gestión o ejercicio, para utilizar el concepto weberiano) que explican la dura derrota en las elecciones de mitad de mandato del año pasado, de la cual responsabilizan al primer mandatario y a su ministro de Economía, el vapuleado Martín Guzmán (quien ya estaría evaluando potenciales oportunidades de desarrollo profesional en el sector privado). Pero, mucho más importante aun, la ofensiva ultra-K que arrinconó al Presidente parte de la hipótesis de que mucho peor que haber perdido esos comicios es conducir y condenar al peronismo, o lo que quede de él para entonces, a otra derrota similar o incluso más dura el año próximo.

Hasta cierto punto, esa crítica es relativamente injusta, pues si alguien fue repetidas veces responsable y protagonista de caídas electorales dolorosas fue precisamente la actual vicepresidenta: 2009, 2013, 2015 y 2017 son sin duda antecedentes indelebles en la atiborrada historia de fracasos kirchneristas. Más discutida puede ser a quién corresponde la paternidad del último traspié, de noviembre de 2021. "Si nos hubiera dejado hacer albertismo puro, el resultado habría sido otro", argumentan cerca del Presidente. "Nunca nos imaginamos una gestión tan desastrosa, un gobierno carente de rumbo, un liderazgo tan timorato", argumenta un viejo kirchnerista que lejos está de pertenecer a los segmentos más radicalizados.

Un conflicto no menor de CFK parecería ser no solo o no tanto el Presidente, sino las políticas que ella esperaba y espera que este gobierno hubiese intentado implementar, sobre todo (pero no únicamente) en materia económica. "¿Qué harían diferente?", interroga insidioso Carlos Heller, convertido tal vez en un involuntario...

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