La primera espada vuelve a la batalla

Cada tanto, justo en el momento en que esa fidelidad que arrastra desde los años de Santa Cruz parece sucumbir a la ingratitud, Julio De Vido vuelve a ponerse de pie. El poder es finito y los gobiernos suelen recostarse sobre sus entornos de intimidad cuando ya les queda poco en que confiar. El antiguo escudero de Néstor Kirchner tiene ahora, con la crisis que desencadenó , una nueva misión encomendada por la Presidenta: la de gestor ante jueces y fiscales.

De Vido siempre vuelve por default. Cortado el vínculo con Antonio Stiuso, el kirchnerismo rediseñó la Secretaría de Inteligencia y tuvo que desempolvar una antigua red de relaciones que, con los años, e inquieto ante las primeras auscultaciones judiciales, el arquitecto había edificado mediante almuerzos y paciencia, y que en rigor sólo permanecía eclipsada por el protagonismo del espía expulsado. Esta nueva configuración acaba de encaramar a José María Olazagasti, secretario privado del ministro, como virtual número tres en la escala jerárquica de la Secretaría, detrás de Oscar Parrilli y Juan Martín Mena. Si Parrilli viene a ser el álter ego de la jefa del Estado en ese directorio, Mena representa a La Cámpora, y el nuevo compañero, a De Vido.

Olazagasti se aseguró también un lugar en la Agencia Federal de Inteligencia, que empezará a dar sus primeros pasos en 120 días y que viene reclutando un batallón de militantes a quienes ya se les han asignado sus respectivos alias. Uno, de entre tantos, al que se deberá prestar especial atención: el que refiere a una capital europea.

De Vido era con Néstor Kirchner un operador multifrente, lo más cercano al cargo de ministro del Interior en un gobierno que nunca lo tuvo en los hechos y que prefirió darles poca rienda a sus funcionarios. Su incursión en el mundo de la Justicia se reforzó también de pura fortuna, por un hobby que comparte con Alfredo Lijo, abogado y hermano del juez Ariel Lijo, que es la afición por los canarios. Un entretenimiento caro: una pareja puede llegar a costar 1500 dólares. Y una excelente metáfora de los periplos que ha vivido en el kirchnerismo el fiel ladero: incluso, aunque se lo ponga en un nido abierto, el canario doméstico preferirá siempre dormir en él.

Pese a innumerables humillaciones, como la de tener que anunciar en conferencias de prensa la reversión de una política energética cuya conducción perdió, la discreción le permitió al ministro mantenerse cerca del fuego de las decisiones. A la distancia...

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