Primavera camporista, imberbe, inepta y venal

La insistencia oficial en reciclar conceptos obsoletos pretende anclar a los argentinos en experiencias largamente fracasadasEl 25 de mayo de 1973 asumió la presidencia de la Nación , por el que sería un breve lapso de 49 días, durante el que floreció la "primavera camporista", apoyada por todos los sectores del peronismo revolucionario o "Tendencia" (Montoneros-FAR, JP, JUP, JTP y otros), que adherían a la doctrina del socialismo nacional.Si bien tendría sabor a rancio dedicar estas columnas al ideario que inspiraba a los "jóvenes idealistas" de entonces, la repetición de las mismas consignas casi medio siglo después justifica estas líneas, no exentas de asombro, ante la insistencia oficial en reciclar conceptos obsoletos. Una cruzada hueca de ideales y plena de cruda venalidad. Haber adoptado para una agrupación el nombre del odontólogo de San Andrés de Giles define su ideología, por si quedase alguna duda.Durante esos aciagos años setenta, el socialismo nacional explicaba, conforme al materialismo dialéctico, que los valores compartidos por la sociedad argentina debían modificarse, por ser falsos y engañosos. Toda una generación estuvo expuesta a una doctrina que intentó -y aún lo hace- demoler desde sus cimientos las instituciones que rigen desde la Organización Nacional.Se enseñó así que la triple "libertad" de nuestro himno solo aplicaba a las clases dominantes y que es letra muerta para quienes no pueden pagarla. Que la "Justicia" no tiene los ojos vendados, ya que la verdadera exige una mirada atenta para que ambos platillos se equilibren y nivelen, siempre hacia abajo. La "soberanía" sería otra expresión mentirosa creada para disimular la sumisión "al imperio del norte". Todos los principios rectores de la Constitución nacional pasaron a ser convenientemente reformulados: ¿la "propiedad"?, un robo; ¿la "libertad de prensa"?, un privilegio de los medios, sobre todo de los "hegemónicos"; ¿la "moneda"?, un alienante y perverso invento para justificar la división del trabajo; ¿la "división de poderes"?, un sofisma impuesto por las minorías para contener al gobierno popular. ¿La "estabilidad de los jueces"?, otro freno a la auténtica democracia; ¿la "seguridad jurídica"?, un burdo impedimento burgués a la imprescindible reforma social.La violencia revolucionaria que combate el statu quo está siempre justificada, pues "la violencia de arriba engendra la violencia de abajo". Claramente así, el principio de propiedad privada sería...

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