Los prejuicios apocalípticos de un consultor

Teorías sociales que por su valor pueden considerarse clásicas, pero ya no aptas para entender el presente, mantienen imperturbable vigencia cuando las culturas políticas repiten los mismos comportamientos del pasado. En una época en que las divisiones ideológicas recrudecen bajo la forma de luchas irreconciliables, es lo que ocurre con algunos textos de psicología social, particularmente los que ahondan en el prejuicio. Entre ellos se destaca un libro que ya se mencionó en esta columna: The Nature of Prejudice , de Gordon W. Allport, publicado en 1954 en los Estados Unidos y editado aquí por Eudeba en 1962. La versión argentina, cuya revisión técnica estuvo a cargo de Eliseo Verón, alcanzó cinco ediciones. Según Allport, el sentido de sus investigaciones es hacer un aporte a un campo en el que los seres humanos, a diferencia de lo que ocurre en las ciencias duras, avanzaron muy poco: las relaciones humanas, que con exageración pedagógica él consideraba estancadas en la Edad de Piedra.

La naturaleza del prejuicio se actualiza al observar las conductas agresivas empleadas para profundizar los conflictos políticos hasta convertirlos en grietas insalvables. En esa dinámica, serán los intelectuales y los consultores, antes que los militantes, los que elaborarán las razones para justificar el rechazo visceral de unos partidos hacia otros. Un ejemplo paradigmático de esta práctica lo constituye una desconcertante columna de Jaime Durán Barba , publicada en Perfil el fin de semana pasado bajo el título " Cristina, Maduro y el autoritarismo ". La verdad es que, para decirlo en lenguaje llano, este escrito es una verdadera "joyita", recomendable para un trabajo práctico universitario sobre el prejuicio que estudió Allport.

La columna de Durán se estructura en cuatro pasos. En el primero construye el concepto de "extremista", en el que ubica a nazis, comunistas, falangistas, guerrilleros de izquierda y a las tres A. Como es obvio, este grupo recibe una valoración muy negativa, que Durán reafirma asimilándola a la personalidad autoritaria descripta por Adorno, para sostener que sus integrantes son machistas, antisemitas, misóginos, homofóbicos y mesiánicos. El segundo paso es una alusión a Hugo Chávez , al que vincula con las posiciones antisemitas de Norberto Ceresole, un nacionalista argentino que lo asesoró. El tercer paso consiste en estigmatizar al peronismo, afirmando que utilizó ("con otras palabras") los argumentos de Ceresole para cuestionar...

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