Del Potro, de menor a mayor

MELBOURNE (De un enviado especial).- Juan Martín del Potro, a veces, suele fastidiarse. Con las bolas rivales bajas, más allá de sus rodillas. Con los peloteos largos, que le hacen perder la paciencia de oriental. Juan Martín también se enoja: no es una máquina. Sin embargo, antes de expulsar sus demonios en vivo y en directo, tiene un secreto mejor. Del manual de psicología. "En esos momentos, en vez de tirar y romper la raqueta, me la agarro con la toalla", desliza. Eso hace: en vez de calmar el sudor, toma ese instrumento, una indumentaria más en la vida de todo tenista y la lanza a los cuatro vientos. La estruja, la acogota. Así, calma su ansiedad. Y vuelve al ruedo convertido en un demonio."Tengo que seguir mejorando y aprender de mis errores", advierte. Esas equivocaciones son las que surgen en cada comienzo de juego: pierde 3-0 así, como si nada. Más tarde, su derecha furiosa es casi una declaración política: cuando el sol desaparece, es su ideología de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR