Postales de un sueño cinéfilo

PARK CITY, Utah.– Los síntomas son claros. Todo comienza con un aceleramiento del ritmo cardíaco y un parpadeo algo más rápido de lo normal, seguido por una mirada fija que de normal no tiene nada. Luego llegan la agudización de la capacidad auditiva y la insensibilidad a las temperaturas exteriores. Una pregunta –"¿La viste?"– puede causar alegría inmediata o depresión difícil de sacudir. Es el síndrome del festival de cine, el efecto de tener a disposición en perfecto orden y aparentemente al alcance de la mano a cientos de películas que no te querés perder. Que no te podés perder. Y, sin embargo, es imposible verlas todas. De hecho, es imposible ver la mayoría, y esa realidad pega duro en el incansable cinéfilo, que hiperventila pensando en ese film que en la fila de atrás aseguran que es el mejor de la última década y para el que ya no se consigue entrada.Pasa en todos los festivales, pero acá, en Sundance, todo es un poco más calmo, menos frenético. Tal vez porque cuando quedás a tres personas de entrar a la proyección de Life After Beth, esa comedia romántica de zombis de la que todo el mundo habla, y te alejás de la sala cabizbaja, la decepción no dura tanto, porque ahí estás, rodeada de montañas cubiertas de nieve y a unos pasos de ese pueblito que de tan lindo, tan pintoresco, parece una escenografía. Una puesta en escena que, de tener que fabricarla, probablemente costaría más que el presupuesto completo de la película que te acabas de perder. Porque esto es Sundance, el festival del cine independiente, las montañas nevadas y unas cuantas, maravillosas, cosas más.Antes del atardecerYa sé que no voy a poder ver Boyhood, la nueva película de Richard Linklater y Ethan Hawke. No me dan los horarios ni se consiguen entradas. Y está bien, porque a pocas horas de haber aterrizado en Salt Lake City y de haber recorrido la distancia que separa la capital del estado de Utah de este pueblo de montaña donde hace 30 años Robert Redford decidió celebrar su festival de cine, veo pasar al mismísimo Linklater por una de sus esquinas. Y lo sigo. Porque eso es lo que se hace acá (me digo, viendo como un grupo de adolescentes locales hace lo mismo). A ellos, el director de Antes del amanecer no les interesa. Los chicos patrullan la calle principal en busca de esas estrellas que saben que están por acá. Están ansiosos y se entiende. Si hasta Harry Styles de One Direction estuvo en la fiesta de presentación de la nueva película de Zach Braff, sacándose fotos con el...

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