Políticos populares con vidas suntuosas

"Una inmensa casa de su chacra de Paso Córdoba rodeada por cuatro hectáreas de durazno. Con un estilo rústico merecedor de una producción de tapas para revistas de arquitectura". Así describió el diario Río Negro el suntuoso paraíso privado del gobernador Carlos Soria. Pasados los espeluznantes detalles de su crimen de cuarto cerrado, de su horrible tragedia familiar, no quedará mucho más que esa postal aérea de la prosperidad, ese lugar de ensueño donde el dirigente peronista se abocaba a dos grandes pasiones: los caballos y las armas de fuego. Es muy posible que Soria haya alcanzado semejante nivel de vida gracias a su habilidad en los negocios privados. Aunque al ciudadano de a pie le queda siempre la impresión de que pocos dirigentes han nacido para ser pobres. Y que al final invariablemente consiguen salirse con la suya (vivir como personajes de la revista Hola) mientras articulan conmovedores discursos populares y juran encarnar a quienes poco o nada tienen.Hace rato que el heroico partido de los desposeídos se transformó en una poderosa oligarquía basada en feudos y en manejos discrecionales de los dineros públicos, con autosucesiones verdaderas o simuladas, y solidaridades patrimoniales de partido. La vieja épica peronista viró así hacia una casta de dirigentes humildes apegados a la administración pública que se transformaron paulatinamente en hombres ricos. "Para pensar bien no hace falta vivir mal", decía con cinismo un potentado comunista. Y el cinismo es lo que más cunde en este nuevo inframundo de demagogias, negocios privados, intereses públicos, cajas que compran voluntades y otras muchas picardías de época.Aunque luego debió arrepentirse para que los kirchneristas lo perdonaran, el filósofo José Pablo Feinmann tuvo su Momento Pentotal (el suero de la verdad) y confesó en voz alta un pudor que muchos intelectuales K manifiestan en voz baja: "Es muy incómodo adherir a dos gobernantes multimillonarios que están comandando un gobierno nacional, popular y democrático, y que te hablan del hambre".Después la polémica derivó en si esa fortuna era o no malhabida y en otras cuitas. Pero esa frase memorable, y la ocurrencia de solicitarle a la Presidenta que done diez millones de dólares de su bolsillo para paliar la pobreza y así dejar tranquila la conciencia de la militancia, expresan una posición acaso irrenunciable para el progresismo. Recordemos, a propósito, que muchos funcionarios y simpatizantes del movimiento nacional y popular militaron o...

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