La política en ebullición

El jefe del Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, saluda a Patricia Bullrich

En las elecciones primarias y generales de 2021 se batió el récord de abstención en la historia electoral de la democracia restaurada en 1983. Hubo más abstención que en 2001 . Hoy, uno de los problemas de los encuestadores cuando tienen que indagar a la opinión pública es que muchísima gente no los recibe. O corta el teléfono, no quiere hablar del tema, no admite involucrarse. Es un problema para hacer encuestas. Es un rechazo que hace juego con el comportamiento electoral.

Cristina Kirchner dijo hace un par de semanas que el objetivo es entrar al ballotage. Si es ella es quién está diciendo que el objetivo del Frente de Todos es entrar al ballotage, quiere decir algo probablemente inconcebible: que el peronismo podría no entrar al ballotage, podría salir tercero. Gerardo Morales, por su parte, dijo que Juntos por el Cambio viene cayendo en picada.

Es decir, frente a una corriente de rechazo, que es la que se manifestó en los niveles de abstención de hace dos años, y se manifiesta en esa retracción del público ante los encuestadores, las dos fuerzas políticas más importantes de la Argentina están enredadas en sus propias polémicas . Y, probablemente, en la exhibición de esas polémicas refuercen la tendencia al desapego o alimenten el discurso anti-político de candidatos como Javier Milei.

Es natural que la política sea conflictiva cuando se están decidiendo candidaturas. No es sólo natural, es saludable. Pero es natural y es saludable si esos conflictos pueden ser traducidos en términos de intereses generales, de valores y de objetivos a los que pueden ser convocados los ciudadanos detrás de esas posiciones en pugna. El problema aparece cuando entre esas peleas, y la sociedad a la que la política pretende representar, existe una ruptura.

En ese caso, la democracia con sus rituales, entre los cuales está como uno fundamental la vida interna de los partidos empieza a debilitarse. Es obvio por qué hay que pensar en esto. Porque en el día de hoy aparece una crisis en Juntos por el Cambio, con motivo de una iniciativa de Horacio Rodríguez Larreta: la idea de una nueva transversalidad . La idea de armar una nueva configuración, un nuevo sujeto político, que es distinto del Juntos por el Cambio o del Cambiemos que conocimos hasta ahora. Para eso Larreta pretende incorporar a un sector del peronismo, que está encarnado en Juan Schiaretti , pero que tiene además a otras figuras, como Diego Bossio , Florencio Randazzo . En cambio, otro clásico miembro de ese peronismo, como Juan Manuel Urtubey, se separa de ese grupo.

Para entender esta idea se podría recurrir a cosas que ha venido diciendo Larreta en los últimos años. Se podría también releer un texto publicado por Juan Carlos Torre en LA NACIÓN el 5 de febrero. Se llama "Meditaciones en las vísperas" y habla justamente de esta idea de armar una nueva transversalidad que termine la era de la polarización que dominó la Argentina durante muchos años. Larreta propone incorporar a Schiaretti a Juntos por el Cambio, y aparece una resistencia, sobre todo de parte de Patricia Bullrich, y de sus aliados en la interna del Pro. Bullrich se niega. Macri, que es un gran socio de Bullrich, también se niega. Otros protagonistas de la vida interna de Juntos por el Cambio, como Ricardo López Murphy, también se niegan. En cambio, Elisa Carrió y la conducción del radicalismo, encarnada por Gerardo Morales, que a su vez es candidato a presidente, adhieren a la posición de Larreta.

Pareciera que a esta altura Juntos por el Cambio estuviera mal diseñado . Como si la divisoria en la interna de JXC no reflejara la realidad política. Hay más afinidades, en este y en otros temas, entre Larreta, los radicales y Carrió, que entre Larreta y sus compañeros del Pro. Esto expresa un conflicto conceptual, respecto de cómo deben hacerse las reformas en las que están todos de acuerdo. Ese conflicto conceptual tiene que ver con un problema que atravesó a todo el gobierno de Macri. Si uno mira los cuatro años de Mauricio Macri, hay una discusión política no saldada: qué se hace con el peronismo no kirchnerista. Esa discusión reaparece ahora con esta propuesta de Larreta.

Los argumentos son de todo tipo. Hay que recordar algo básico de la política: los políticos responden al contexto . ¿Coherencia intertemporal? Casi no hay que pedírselas. Le dicen a Larreta cómo es que trae a Schiaretti, si Schiaretti votó en contra de la ciudad de Buenos Aires en la cuestión de la coparticipación que le sacó el Gobierno. Y Larreta dice: bueno, eso fue antes ahora está pensando en otras circunstancias. Desde el lado de Larreta le recuerdan a Macri que él fue amigo de Schiaretti hasta hace apenas un mes y medio. Y empiezan a exhumar anécdotas desconocidas, como que hubo una reunión en el año 2019, en la que aparentemente Macri le habría ofrecido a Juan Schiaretti ser su candidato a vice antes de ofrecérselo a Miguel Pichetto . Esa reunión se habría realizado en la casa de un empresario amigo de Macri.

Cambió el contexto, cambió la lógica del poder, no hay que pedir razones sobre lo que pasó en el pasado . Lo explicó Cristina Kirchner cuando dijo que los agravios en política vencen a los seis meses.

Aquí hay otro problema, no es el problema de si Schiaretti sí o Schiaretti no, sino el procedimiento para la incorporación. Los rivales de Larreta lo ven como una imposición. Algo parecido a lo que pasó con el sistema electoral adoptado para la interna de la ciudad de Buenos Aires.

La incorporación de Schiaretti plantea dos problemas. El primero es si será verdad lo que piensa Bullrich ¿Será verdad que a ella no le sirve que entre Schiaretti a Juntos por el Cambio? ¿O Larreta se equivoca respecto de sus propios intereses? Si...

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