El poeta que supo ver lo sobrenatural en las cosas más concretas

Si se propusiera hablar de la "literatura" de Leonard Cohen, esto no sería una exageración destinada a dotar con el brillo de un arte mayor lo que para algunos sería un arte menor. No. Para empezar, Cohen, caso raro, pasó de la literatura a la canción. Lo precedían dos novelas, The Favourite Game (1963) y Beatiful Losers (1966), que, sobre todo en el caso de la segunda, no parecían anunciar lo que pasaría un año después con Songs of Leonard Cohen, su primer disco. Los arabescos de esa prosa virtuosa y obscena son la noche del día de las canciones ("Suzanne", "Sisters of Mercy") que se imponen con la contundencia de lo inevitable.

Antes de la prosa narrativa había estado la poesía. Muy temprano, Federico García Lorca, aun leído en traducciones, no le dio a Cohen una voz ajena sino el permiso para encontrar una voz propia. De ahí salió Let Us Compare Mythologies, de 1956.

Las de Bob Dylan y Cohen son vidas paralelas. Los dos comparten una misma imaginación bíblica; los dos aprendieron...

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