El poder de la atracción

"Todo en la vida se trata de sexo? Excepto el sexo. El sexo se trata de poder." Frank Underwood lanza esta frase con esa paradójica mezcla de cinismo y honestidad brutal que lo convierte en un personaje imantado, tanto que tiene cautivo hasta al presidente de los Estados Unidos. La cita es de Oscar Wilde, y parece haber calado hondo en Laura Eason, una de las mentes brillantes que escriben House of Cards, porque la idea de alguna manera subyace en la obra que está a punto de estrenarse en Buenos Aires y por primera vez en español: Sexo con extraños. Un joven bloguero, Ethan, que transita la cumbre del éxito virtual, conoce a una talentosa escritora, Olivia, que ronda las cuatro décadas y aún no escribió un best seller. La admiración mutua desata de inmediato esa relación agonal, esa lucha tácita por hacerse con lo que el otro tiene -popularidad vs. talento- que inexorablemente conduce a la pasión. Se miden, compiten y se rinden al deseo. "¿Quién sos?", le pregunta ella, aunque sabe la respuesta. Se está acostando con un extraño.

Unos completos extraños eran Guillermina Valdes y Gastón Soffritti hace apenas seis meses, cuando acordaron protagonizar esta obra. Jamás habían trabajado juntos y apenas se conocían. Pero a veces lo que sucede conviene: en asociación con Diego Corán Oria e Isidoro Sorkin, Gastón compró los derechos de la obra como un kamikaze, cuando ni siquiera se había estrenado en Broadway, solamente cautivado por el texto.

Pensó en Guillermina para el papel. Le llevó el libro y esperó. La primera cita fue en un café de Salguero y Castex, a unas cuadras de la torre Le Parc donde Guillermina vive, a pisos de distancia de su famosísimo ex: Marcelo Tinelli. Zapatillas blancas y jean, ella. Él, ansiedad pura. Comenzaban a trabajar.

"Fuimos creando un vínculo de confianza. Hay que llevarse muy bien porque somos dos personajes todo el tiempo. Él me rebanca y yo a él. Hay mucho respeto, amor por lo que hacemos y eso está muy bueno", cuenta Guillermina, y justo después, estornuda. Es el aire acondicionado que está muy fuerte. Como un acto reflejo, Soffritti se saca la campera y se la pone en los hombros. "¿Viste? Es un caballero", dice, con un orgullo casi maternal. Durante toda la entrevista van a tratarse así, con dulzura. Se mirarán cada vez que el otro hable, con complicidad, como anticipando sus palabras. La química está, aunque sus physique du rôle no anticiparían jamás que podrían ser pareja. Pero ése es el desafío: la magia del...

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