Población y territorio, un problema en el camino al desarrollo

La relación entre población y extensión territorial siempre fue problemática en esta lejana comarca del Imperio Español. Lo sigue siendo doscientos cincuenta años más tarde, como lo prueba la actual macrocefalia en torno al área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) resultante de sucesivos movimientos demográficos. Procuraremos analizarlos: primero, en su dimensión cuantitativa; y luego, cualitativa.

Cuando la Revolución Industrial convirtió al dominio del océano Atlántico en una preocupación geopolítica para las potencias europeas de fines del siglo XVIII, el rey Carlos III creó el virreinato del Río de la Plata con sede en Buenos Aires. Se calcula que por entonces todas sus gobernaciones e intendencias no alcanzaban el medio millón de personas. Lo paradojal era la asimetría entre sus dos polos: el lejano Potosí, rico en plata, contaba con unas ciento cincuenta mil; mientras que la capital porteña, apenas cuarenta mil.

Tras la emancipación, el Alto Perú quedo fuera de las Provincias Unidas y de su ulterior Confederación. Ya en marcha la organización nacional del país, el presidente Sarmiento ordenó en 1869 el primer censo. El saldo no podía ser más desalentador: la Argentina no llegaba ni a los dos millones de habitantes. Con un territorio tan vasto, cualquier proyecto estatal era fiscalmente inviable. Urgía aprovechar la nueva fase de la industrialización europea comenzada a mediados del siglo XIX, atrayendo una parte de sus ejércitos de reserva laborales diseminados en todo el subcontinente. Tarea dificultada por la distancia y por las guerras civiles iniciadas en 1810 y aun inconclusas.

Hasta 1880, los inmigrantes llegaron con cuentagotas atraídos por el ciclo lanar y la incipiente agricultura litoraleña. Pero bastó el fin de los conflictos regionales con la federalización de Buenos Aires para que se convirtieran en una marea humana apenas interrumpida por la crisis de 1890 y la Primera Guerra Mundial. Hacia 1895, el flamante país ya contaba con cuatro millones de habitantes; y hacia su tercer censo, en 1914, con el doble. En 1910, durante los festejos del Centenario, el desolador diagnóstico de 1869 había quedado definitivamente atrás: estaba en marcha "una nueva y gloriosa Nación".

De la angustia se transitó a una euforia que inspiraba a los más optimistas a prever unos cien millones de habitantes para la segunda centuria de la patria. El último censo, realizado en 2010, arrojó apenas cuarenta millones. Algo falló; aunque sin...

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