¿Platos con copyright?

Ocurrió a fines de los 80, en esos años en que los platos de los chefs de la nouvelle cuisine como Paul Bocuse o André Daguin representaban el aspiracional culinario, lo que llevaba a restaurantes de todo el mundo a reproducirlos sin mayores miramientos. Arturo Pardos y Stephane Guerin, propietarios de un pequeño restaurante madrileño llamado La Gastroteca de Stephane y Arturo, que reproducía a diario esas recetas, decidieron remitir el 1,25% del importe de cada plato vendido a sus creadores. Así, por ejemplo, en mayo de 1987, André Daguin, entonces chef del L’Hôtel de France à Auch, recibió por correo unos 8 dólares en "compensación" por las 82 porciones del magret de pato en salsa de vinagre –receta de Daguin– vendidas ese mes en la Gastroteca. Entre agradecidos y sorprendidos, la mayoría de los chefs enviaron de regreso el dinero a Madrid; Bocuse, por su parte, pidió que lo guardaran para invitarle una paella en una eventual visita a España.

Aunque de forma tangencial, la unilateral decisión de la Gastroteca dejó flotando en el aire una pregunta: ¿merece la creación gastronómica estar protegida por derechos de autor? O, en términos más simples, ¿aquel que decida reproducir platos que se han hecho famosos de manos de chefs a los que se atribuye su creación, como aquí lo son el jamón de pacú de Fernando Rivarola y Gabriela de la Fuente o los langostinos sobre masa kadaif de Gonzalo Aramburu, debería pagar regalías a estos chefs? Quienes se inclinan a favor, basan sus argumentos en la necesidad de proteger el acto creativo culinario, y lo comparan con otras creaciones artísticas (musical, literaria) que sí se encuentran protegidas; quienes se declaran en contra señalan que solo puede considerarse plato de autor a aquel cocinado por su autor, y que toda recreación es por definición diferente.

Pero si hay algo en lo que ambos bandos coinciden es en que poner en práctica una legislación que otorgue derechos de propiedad intelectual a las recetas originales sería difícil. Sin embargo, en un contexto en el que muchos cocineros son considerados celebridades y en el que la gastronomía representa para muchas comunidades un valor económico innegable, hay quienes insisten en mantener el tema en agenda. De hecho, este debate fue uno de los ejes del primer Congreso Europeo de Derecho y Gastronomía, realizado en Madrid en febrero último a instancias de la Real Academia de la Gastronomía Española y el estudio Cremades & Calvo-Sotelo.

"Los cocineros españoles han catapultado al país como referente internacional de la creatividad e innovación culinaria, pero ¿está esta creatividad protegida?", se preguntó entonces Mario Sandoval, presidente de la Federación Cultural de Asociaciones de Cocineros y Reposteros de España.

Aunque según...

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