El plan menos progresista del mundo

Tal vez Guillermo Moreno no sea ya el que era. Desde hace cuatro meses, 59 actas labradas por sus inspectores en estaciones de servicio Shell esperan, sin éxito, ser convertidas en multas contra la petrolera. La Secretaría de Comercio Interior lanzó en febrero la ofensiva porque la empresa no cumplía con la resolución 13, que obligaba a revocar aumentos de entre el 2% y el 3,6% en naftas y gasoil. La medida fue derogada a fines de marzo, pero Shell ya se había dado el lujo de incumplirla durante 50 días sin soportar siquiera un ladrido del guardián de la inflación.Algunos vientos han cambiado. La nafta se vende ya a casi $ 8 por litro en algunas provincias, escasea en muchos distritos y habrá que importar bastante más que el año pasado para atenuar los efectos del paro en Santa Cruz. Nuevos aumentos serán prácticamente inevitables.Lo que pasó con los surtidores es curioso. Hasta 2008, cualquier alza recibía, en cuestión de horas, una reprimenda pública y lapidaria del Gobierno, que obligaba a las petroleras a anular las modificaciones y, lo más importante, a comunicarlo a los diarios. La sorpresiva y virtual liberación del mercado llegó, casualidades corporativas, en marzo de 2008, con el ingreso de los Eskenazi en YPF, socio al que Repsol había elogiado como "especialista en mercados regulados". Si Juan José Aranguren fuera sincero consigo mismo, debería tener en su despacho un retrato familiar de los nuevos socios de YPF: desde que ellos entraron, Shell subió la nafta súper un 130%. YPF, un 120 por ciento."En la otra vida quiero ser Eskenazi", decía tiempo atrás a este diario el principal accionista de una firma con tarifas pesificadas. Los combustibles constituyen, así, un caso testigo para áreas del Gobierno que ven, con sorpresa, que los aumentos de nafta orillaron en los últimos 12 meses el 25% sin que nadie, ni Moreno, haya levantado la voz.La lógica podría aplicarse a otros sectores. Hace dos años, apenas llegaron las facturas de gas con cargos específicos que después frenó parcialmente la Justicia y subsidió el Gobierno, distribuidoras le encargaron al BID y al Cippec un estudio que resultó revelador: al cabo de un año, pese a los insólitos incrementos, los usuarios habían ahorrado en no más de 10 o 15%. ¿Hay entonces margen para un ajuste, tal vez tras las elecciones?Es hora de reconocer que los argentinos hemos fracasado con la energía. Si se los contrasta con la demanda, los cinco rubros principales (petróleo, gas...

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