Piel escénica

Por Constanza Bertolini

Una planta arquitectónica. Una lira. Una herradura de color, porque si no..., ¡qué solos están los celestes de Soldi allá arriba! Varias plantas-liras alineadas y (des)compuestas como un rasti en un extenso patrón continuo que se define, también, como una guarda custodiada por la ornamentación amarillo oro de galones, flecos, cordones . Algo bien contemporáneo. Y barroco. Así es el diseño con el que el Guillermo Kuitca y Julieta Ascar se presentaron al concurso para el nuevo telón del Teatro Colón. En verdad, una de las dos propuestas (Apolíneo y Dionisíaco) que el tándem postuló. La que vale. La que se anunció ganadora en diciembre de 2009, cuando esta historia que acaba de terminar apenas comenzaba.

"La sala como corazón. Allí sucede todo. Allí tiene lugar el hecho artístico. Allí la música, la danza, la ópera y toda la tradición del Colón tienen su espacio. En la sala, el espectador vibra. Descubre y redescubre. ¿Siente? La asociamos y vinculamos morfológicamente con una lira. Icono del arte musical por excelencia", explicaban entonces el artista plástico y la escenógrafa.

Demoró 18 meses traducir (y concebir) en objeto textil ese estilo contemporáneo barroco que había convencido al jurado cuando sólo era una expresión digital. El desarrollo fue largo y complejo, a veces trabado, con dilaciones, más fluido después, pero a todas luces fascinante -no podría ser diferente tratándose de ese gigante de avatares y maravillas que es el Colón-. Durante ese lapso, unas treinta personas durmieron y despertaron escuchando el sonido de esas liras. En LNR fuimos cómplices del paso a paso.

La previa

"Yo necesito a alguien que, además de aportar conceptos e ideas creativas de diseño, pueda hacerse cargo de los aspectos técnicos que a mí me superan. A pesar de que a estas alturas estoy muy metido en el tema telón, soy una persona que tiende a ver las cosas un poco bidimensionalmente", había dicho Kuitca a La Nacion tras la premiación.

Nada bidimensional, más bien todoterreno, resultó su par, Ascar, quien sin que le temblara el pulso firmó contrato con el Ente Autárquico Teatro Colón para ocuparse de la dirección del proceso de realización del telón. Con real obsesión, estuvo en cada detalle.

Digital, gráfico, textil. En una sola dirección el plan de trabajo encendió su marcha el verano de 2010 entre las paredes de un estudio sembrado de dibujos en Belgrano, con una investigación que llevaría cinco meses y un esquema de producción que tuvo sus volantazos. Había que...

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