Pico Barboza: cien años vinculados a una enorme pasión: el tenis

"Estábamos por almorzar y le veía cara de enojado y preocupado. Le pregunté qué le pasaba y no me decía nada. Hasta que en un momento dijo ?Me duele la rodilla, hoy no voy a jugar'. Seguimos comiendo, seguía con la misma cara y otra vez insistió, mascullando bronca ?¿Te parece que hoy no pueda jugar?'". La anécdota que cuenta Federico Barboza, el mayor de los tres hijos de Federico Pico Barboza, sirve para ilustrar el espíritu de un hombre apasionado por el tenis y ex presidente del Buenos Aires Lawn Tennis Club, que ayer celebró nada menos que 100 años. Claro, la charla no es de hace décadas, sino de hace unos pocos años, cuando Barboza todavía jugaba diariamente en el BALTC (o en las canchas bajo techo del San Juan Tennis Club cuando llovía). Con una vitalidad fenomenal, se convirtió en un ejemplo de longevidad en el deporte. Nacido en Buenos Aires, pero criado en Santa Fe, llegó a ser número 2 de esa provincia; a los 18 años regresó junto con su familia a Buenos Aires y se asoció al BALTC. Si bien no alcanzó resultados resonantes durante su juventud, sí los logró de "veterano", a partir de los 60. Porque fue campeón nacional y se mantuvo como número 1 en varias categorías.

Barboza encontró en el deporte de las raquetas una forma de vida, de conducta. En los courts conoció a su esposa, Gladys Weiss. Cosechó amistades y viajó por el mundo para divertirse y competir. Como cuando en 2003, a los 87 años, en Antalya, Turquía, se consagró campeón del mundo. Fue en la categoría +85 del 23er Campeonato Mundial de Veteranos de la Federación Internacional de Tenis (en el camino al título venció al estadounidense Albert Ritzenberg, por entonces N° 1). "Dios me bendijo el físico. Nunca tuve nada grave", agradeció Pico, luciendo su edad con orgullo. "Siempre tuvo una salud de hierro", añadió su hijo Federico. Cuidadoso en la alimentación, hasta hace unos años su único "desarreglo" era fumar dos cigarrillos por día, uno después de cada comida. Cuando cumplió 90, Barboza dejó de participar de los torneos organizados por la ITF y se transformó en un habitué de la Lurie World Cup, un certamen organizado por Bill Lurie, un empresario ya fallecido aficionado al tenis que construyó su fortuna con los combustibles en California, y que solventó durante varias temporadas en Palm Springs y San Diego un torneo...

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