El Picadero ya está casi listo

Antes se llamaba Pasaje Giuffra. Ahora es Enrique Santos Discépolo. Una callecita que une la avenida Corrientes con la intersección entre Lavalle y Callao. Allí uno se cruza con oficinistas que toman algo en un café paquete de la esquina y alternan el espacio público con gente que duerme en la calle. Contrastes que hasta ahora ningún político ha podido evitar. A mitad de cuadra, en ese bellísimo pasaje tan porteño, hay una obra en construcción. A su puerta aguarda uno de los jóvenes productores más prolíficos del teatro comercial, Sebastián Blutrach, con una sonrisa inmensa. Está feliz. Chocho queda mejor. Es que al abrir la puertita de esa obra descubre a su hijo: un emprendimiento que hoy se convirtió en su obsesión, su locura, su entusiasmo y sus temores. Así de impulsivo resolvió hacerse cargo de las instalaciones del viejo Teatro del Picadero (hoy es El Picadero).Recordemos que en esta histórica sala, emblema del teatro independiente, se desarrolló TeatroAbierto, movimiento contra la dictadura militar. En la madrugada del 6 de agosto de 1981, una bomba la destruyó. Se salvó varias veces de ser demolida, se reinauguró con bombos y platillos en septiembre de 2011 y su funcionamiento duró sólo un mes y permaneció cerrado hasta ahora. Hace poco más de un año, el contador e inversionista Ernesto Lerner, dueño del edificio donde está este histórico teatro llamó a nuestro periodista Alejandro Cruz para contarle que tenía este espacio que, por ley, tuvo que reconstruir. En resumen, Sebastián Blutrach decidió comprarlo y hacerse cargo de su renacimiento. Un sueño, hoy realidad, que demandará unos 2 millones de pesos.Su fachada de 1926 (antiguamente fue una fábrica de bujías) está intacta y tiene las puertas vidriadas de todo teatro comercial. Adentro, todo está en construcción acelerada. Su foyeur linda con un restaurante de esos que aspiran a dar una buena comida y un buen vinito a aquellos espectadores que tienen ganas de comentar la obra que vieron. Ya adentro, una escalera (o un ascensor) conduce a la sala que dará lugar a 280 espectadores. En su momento Lerner le pidió al escenógrafo Héctor Calmet que diseñe el teatro. Y quedó esa forma semicircular con gradas que permiten una buena visión desde cualquier ángulo (similar a las del Paseo La Plaza). Las obras escenotécnicas ahora están a cargo de Marcelo Cuervo, en colaboración con el arquitecto Gustavo Keller. A su vez, Blutrach...

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