Una cuestión de peso

Hasta 1800, aproximadamente, los conciertos públicos eran eventos de pequeñas dimensiones, mayormente en lugares muy diversos que eran acondicionados para tal efecto. Mozart, por ejemplo, en 1785, estrenó en Viena su maravilloso Concierto para piano y orquesta, K.466 en Mehlgrube, una casa de huéspedes que disponía de un espacio amplio para poco más de un centenar de personas que podía ser salón de baile, cervecería, casino o, como en este caso, sala de concierto. Pero en el siglo XIX, los conciertos se transformaron en espectáculos masivos y de gran convocatoria, esencialmente, por el arte y el trabajo metódico y muy bien planificado de Nicolò Paganini. Ávidos de fama y de dineros, comenzaron a proliferar muchos músicos que no tenían ni por asomo los talentos y habilidades del gran violinista genovés. Uno de ellos fue Leopold de Meyer, un pianista austríaco nacido en 1816 que comenzó a cimentar cierta celebridad en largas giras que realizaba por...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR