Un pésimo precedente para la Justicia

Según uno de los principios básicos de la Justicia, todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, aunque en muchas ocasiones el Poder Judicial interprete de manera bastante ambigua o arbitraria este concepto.Pero lo que no se puede permitir de ninguna manera es un precedente como el del pasado 15 de abril, cuando las autoridades de la Fundación Madres de Plaza de Mayo reiteraron explícitamente su negativa a ser objeto de una inspección judicial. A pesar de que pueda quedar en nuestra sociedad cierto resabio de respeto por lo que alguna vez esa organización significó, definitivamente no pueden pretender obstruir un procedimiento judicial.No olvidemos que la misma institución se había visto involucrada en el difundido escándalo de Sueños Compartidos, el programa de construcción de viviendas sociales contaminado por la corrupción, que culminó con el procesamiento de Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender. Toda persona física o jurídica está obligada a acatar una orden judicial de inspección para evitar caer en un acto de rebeldía institucional. Aplica a todos, sin importar el tipo de institución o el cargo, dado que, de no ser así, el principio de igualdad ante la ley quedaría sin sustento práctico y totalmente bastardeado.El procedimiento había sido ordenado por el magistrado Fernando Javier Perillo, titular del Juzgado Comercial número 13, quien entiende en la causa de la quiebra de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Se pretendía hacer un inventario para permitir que los escribanos pudiesen contabilizar debidamente los bienes existentes en la causa por pedido de quiebra, que data de junio de 2017, llevada adelante por exempleados de la Fundación que reclaman salarios no abonados y cargas sociales no cubiertas.La iracunda Bonafini convocó con arengas públicas a resistir la orden judicial. Activistas y militantes participaron de una movilización que se concentró en la sede de la entidad, en la zona de Congreso, para impedir el ingreso al edificio de los agentes judiciales.Más allá de los habituales discursos belicistas de Bonafini y de sus continuos exabruptos, no hay...

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