Los periodistas no son empleados públicos

¿Por qué el primer acto de las tiranías es imponer la censura? Precisamente para cancelar la crítica, el control y las limitaciones al poder que entrañan esas críticas y ese control. La historia de la Argentina está atravesada por ese gesto torpe y brutal que es cancelar la libertad de expresión, consagrada ampliamente por la normativa universal de los tratados internacionales de derechos humanos y por nuestra Constitución. Nuestra herencia autoritaria distorsiona ese derecho: se sabe ejercer el poder, pero no sabe gobernar con el poder de la ciudadanía.

¿Por qué la actividad periodística está tan protegida constitucionalmente? Desde 1948, cuando en su artículo 19 la Declaración Universal de los Derechos del Hombre consagró como derecho que ninguna persona puede ser molestada o perseguida por la libertad del decir, toda la normativa internacional que los países democráticos han ido incorporando a sus Constituciones han profundizado esa protección. Un periodista no está obligado en los tribunales a revelar cómo consiguió la información; se derogaron los llamados delitos de prensa como el desacato y la calumnia y la injuria; la cláusula de conciencia con la que cuentan en la mayoría de los países democráticos los protege de los cambios editoriales de las empresas.

¿Por qué semejante protección? No porque los periodistas sean privilegiados, sino porque sirven a un bien superior: el derecho de las sociedades a ser informadas. De modo que la información es un derecho que los gobernantes democráticos están obligados a garantizar. La información no debe ser una mercancía, pero tampoco propaganda de los gobiernos.

Pero si el periodista no puede ser censurado previamente porque se admite la responsabilidad ulterior, debe saberse también que la única limitación a la libertad de expresión es la responsabilidad. No son las leyes las que reglamentan la ética de los periodistas, sino los códigos deontológicos que se dan a sí mismo los periodistas en el mundo democrático desarrollado. Un debate incipiente entre nosotros pero que impulsa Fopea, el principal foro de periodistas de nuestro país, y debiera ser materia de estudio en las escuelas donde se forman los periodistas.

Las organizaciones de periodistas -de las que tuve el honor de formar parte-, al igual que las de derechos humanos, fueron contrariando el miedo que había en la sociedad y ganando para todos espacios de justicia y libertad. Así, hubo organizaciones en nuestro país que consiguieron para...

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