Pérez agotó la paciencia

La falsa guapeza de Pablo Pérez irrita. Se agotó la paciencia. Desvirtuó el plan estratégico de Barros Schelotto y condenó a sus compañeros a la heroica resistencia. Arruinó una idea y condicionó a todos los intérpretes. No es la primera vez que cae en sus desestabilizadoras reacciones. En Pérez anida un enemigo interno que en cualquier instante se devora al buen futbolista que sólo aparece de manera intermitente.

El superclásico lo eyectó a los 11 minutos, cuando se le ocurrió ajusticiar a Álvarez Balanta con una patada en el estómago. Inaceptable desde la conducta y también por su falta de lucidez: la jugada había sido invalidada por posición adelantada del colombiano. Desarticuló a Boca, lo obligó a convivir en inferioridad numérica contra el peor enemigo. Carácter...

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