Perdió al compañero de su vida pero nada la detuvo para seguir el proyecto frutícola que iniciaron juntos

"La manera que pasamos nuestro tiempo define quienes somos", dijo alguna vez el escritor Jonathan Estrin. Desde siempre, ese fue lema que guió al matrimonio Taylor en su vida.Pasaron ya más de 20 años que Mike Taylor, recién jubilado como mayordomo de los campos de la inglesa Compañía Liebig en Corrientes, junto a su mujer Graciela, decidiera comprar una quinta frutícola de 55 hectáreas en los alrededores de La Criolla, cercana a la ciudad entrerriana de y comenzar como pequeños productores un emprendimiento rural. Allí también hicieron su lugar para vivir."Desde siempre nos gustó la vida de campo, no teníamos dinero para adquirir tantas hectáreas, solo podíamos comprar unas pocas que tengan una producción intensiva, así iba a ser viable el negocio", cuenta desde "El Viejo Roble", Graciela a LA NACION, en plena cosecha de arándano.En un principio, para mejorar las plantaciones de citrus y duraznos, que ya tenían sus años, pusieron fertirriego, un riego por goteo con una inyección de fertilizantes que permite que el agua y los nutrientes quedan perfectamente localizados en la zona de absorción de las raíces."Son tecnologías israelíes donde el agua mejora la cantidad y la calidad de fruta. Con plantas de 40 años eso le iba a hacer bien", aclara.Al tiempo, recorriendo otras producciones que había en la zona, decidieron diversificar y sumar al arándano que ya se empezaba a plantar en la región. En tres hectáreas, que se complementaban muy bien con el citrus, que se cosecha de marzo a octubre y el arándano de octubre a diciembre, encararon el desafío del nuevo fruto. Ya al año siguiente pudieron cosechar algo de ello. Con más experiencia, fueron cambiando variedades para mejorar la productividad que creció hasta el doble de las primeras que plantaron.Una vez en 2012, una gran helada en la zona les hizo perder sus ocho hectáreas de limones que se exportaban a Rusia. Era el lote más grande en la región y todos los árboles murieron: "Esa situación tan dolorosa casi nos hizo claudicar en el proyecto, pero decidimos seguir adelante a pesar de todo".La división del trabajo era un tema muy importante para que el proyecto crezca, mientras Mike dedicaba sus horas a los números y al mantenimiento de las maquinarias, Graciela estaba al mando de contratar las cuadrillas y a seguir de cerca la cosecha.Hace un tiempo, Graciela quedó viuda, sin embargo nada la detuvo para continuar adelante con el emprendimiento: "En un principio fue difícil por el apoyo y...

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