Los peores son siempre los demás

Doña Leonor era la "sabia" del barrio. Sabía de la vida, de cómo curar enfermedades con remedios caseros, de economía hogareña y de cómo anteponer siempre la razón para resolver los conflictos más bravos. Era, ante todo, un ser de paz. Las familias del barrio tenían veneración por ella y por su enorme paciencia. De solo escucharla, las tensiones aflojaban y hasta la negrura más oscura empezaba a teñirse de colores claros. Era un Rivotril andante, la personificación del mindfulness en batón y ruleros. Un ejemplo a seguir… Hasta que el vecino de la casa de al lado le puso una reja sobre la medianera que compartían. Chau paciencia. Adiós arcoíris. Fue el día en que a doña Leonor se le soltó la cadena. A la vista de todos, subida a una pila de cajones y tratando en vano de arrancar la pesada estructura de hierro, hundió al vecino bajo una lluvia de insultos tan espesa e hilvanada que iba desde la madre que lo había parido hasta los choznos que ese hombre probablemente nunca llegaría a ver. Más de uno pensó que se necesitaba mucha práctica para dar ese discurso. Que doña Leonor no era una improvisada en sablazos lingüísticos. Que una cosa era lo que decía y otra lo que reprimía.El episodio de la reja fue un antes y un después en la consideración que se tenía de ella. Es como si un experimentado profesor de Teoría del Delito y Sistemas de la Pena de la carrera de Derecho enseñara, paso a paso, cómo se constituye un delito y después, como presidente, hiciera todo lo posible para allanarles el camino a los que los cometieron. Es como si en una campaña electoral un candidato prometiera unir a los argentinos y a lo largo un año de gestión al frente del Poder Ejecutivo tratara a un importante sector de los ciudadanos de "odiador", "miserable" e inferior al grupete de "gente de bien" que solo conforman los suyos.Lo bueno de , comparado con doña Leonor, es que él ya había dado muchas señales de lo lábiles que son sus frenos inhibitorios. Antes de decir el lunes pasado que los sectores que mejor se cuidaron y entendieron los riesgos de la pandemia fueron los más necesitados, mientras que otros iban por los diarios denunciando guetos y recorte de libertades, el profepresidente ya había teorizado -también públicamente en su reiterada "gesta" por cerrar la grieta- sobre la "opulenta" ciudad de Buenos Aires, llena de villanos a los que hay que manotearles recursos; los empresarios "miserables que no quieren ganar menos" y que reclamaban soluciones ante el...

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