Penurias y 'daños colaterales' en el país de los piquetes

Los piquetes suelen verse desde un dron. Las imágenes de los puentes, las autopistas o las calles cortadas son, en general, imágenes panorámicas; tal vez, algo lejanas. Pero si las cámaras achicaran el plano y captaran la escena dentro de un auto atascado en medio del bloqueo, se encontrarían -seguramente- con hombres y mujeres que atraviesan distintos estados de ánimo, desde la resignación hasta la impotencia; desde la paciencia hasta la taquicardia.

Esta última semana, los piquetes volvieron a alterar el ritmo cotidiano de millones de ciudadanos. La autopista La Plata-Buenos Aires estuvo cortada el lunes pasado durante casi diez horas por una protesta del transporte de larga distancia. El jueves, una masiva marcha piquetera bloqueó el Puente Pueyrredón y luego la 9 de Julio . Los accesos a la ciudad quedaron colapsados. Todo forma parte de una crónica conocida. Pero detrás de esa noticia hay millones de "microhistorias" con nombre y apellido. Los protagonistas son padres y madres que no pudieron estar en la puerta del colegio a la hora que salían sus hijos; empleados que no llegaron a sus trabajos; pasajeros que perdieron un vuelo; maestros que no pudieron dar clase; pacientes que debieron cancelar un turno médico; comerciantes que tuvieron que bajar las persianas y perdieron un día de trabajo. Hay un entramado de "daños colaterales" que nadie contabiliza y en los que nadie parece reparar.

En lo que va del año, el total de cortes en todo el país fue de 3448. Son más de 20 por día, aunque, se sabe, la cifra es engañosa: los fines de semana no hay marchas ni piquetes. Pero ¿cuántas personas fueron víctimas de esos bloqueos? ¿Cuántos recursos "mueven" esas movilizaciones? ¿Cuánto pierde el sistema productivo por cada camión que se demora, cada entrega que no se hace a tiempo y cada trabajador que no llega a su trabajo? Son datos que nadie registra y que ni siquiera parecen importar.

El listado de "historias mínimas" detrás de los piquetes es infinito. En muchos casos, se trata solo de demoras, pero en otros, de pérdidas irreparables. ¿Quién indemniza a un padre que, atrapado en una autopista, no llega al nacimiento de su hijo? ¿Cómo se compensa a alumnos que pierden otro día de clases o a alguien que no llega a una entrevista de trabajo? ¿Cuánto vale el tiempo de los ciudadanos? En el imperio del piquete, ¿a quién le importan esas "pequeñeces"? Entre las víctimas hay que sumar -por supuesto- a los propios piqueteros: entre ellos hay madres...

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