Peligroso infiltrado en el retiro del Gobierno

Pobre Macri, cayó en la trampa. El miércoles le dije que el retiro de Chapadmalal que terminó anoche era una iniciativa genial, que a ningún gobierno del mundo se le había ocurrido, pero que tenía un problema: si nadie tomaba nota, si no existía un registro, se iba a perder irremediablemente en el desván de la historia. "Mauricio -puse voz de tragedia-, a ese retiro le falta un cronista". Cayó como un chorlito. "Hacé el bolso. Te espero allá", me dijo.

Obviamente, mi intención al infiltrarme no era trabajar ni para el Gobierno ni para la historia. Solo quería hacer una buena columna. A las 7 de la tarde de anteayer ya estábamos todos y repartieron los cuartos. Macri durmió solo, en uno de los chalecitos que tiene este complejo. Como pasó con la residencia de Olivos, que Cristina había dejado poco menos que en ruinas (sucia, despintada, con biombos que tapaban agujeros en las paredes, macetas de la residencia principal llenas de basura, el baño de ella en estado lamentable, árboles caídos...), a esta también hubo que meterle mano para dejarla decente. A la casa más grande, la que usaba Cris, fueron a parar Faurie, Dujovne, Cabrera y José Torello. Pequeño debate: quiénes de ellos iban a la exsuite presidencial, por la que acaso todavía revolotean espíritus endemoniados de Miss Hotesur. Les tocó a Cabrera y Torello, a los que todos miramos al día siguiente para ver si padecían de alguna perturbación especial. En principio, no.

Nada mejor que empezar un retiro con la cabeza despejada. Se armó un doble de tenis: Peña y De Andreis vs. Frigerio y Lopetegui. Ganaron Peña-De Andreis. Vi el partido y me pareció que en el tramo final Lopetegui fue a menos, algo comprensible si se tiene en cuenta que "Marquitos", su jefe directo, hace rato que ha pasado a ser Marcos, un duro. Si lo sabrán Frigerio y Dietrich, entre otros. Me acerqué a Peña y le pregunté cómo le había caído que Beatriz Sarlo lo haya comparado con Capitanich ("Son lo mismo", dijo). Me miró, se secó la transpiración y dijo: "Creo que fue un buen partido y estoy contento porque en los puntos decisivos jugué bárbaro".

Esa noche comimos pescado en un quincho sobre una playita. Me senté al lado de Dujovne, convencido de que iba a ser el más requerido de la mesa -Dujovne, no yo- y para consultarle si me convenía apostar al dólar o a las tasas. "Preguntale a Sturzenegger", dijo. Macri tomó la palabra. "Les doy la bienvenida. Gracias por haber venido a trabajar, hacer deportes, pescar, descansar...

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