El peligro de las pantallas como niñeras: la 'cocaína electrónica'

"Los chicos están muy solos, reciben las pantallas, pero no la guía y el acompañamiento de los adultos", opina Sebastián Bortnik

Con personalidad propia, estilo único para atraer la atención y una serie de trucos que reconvierten la conducta humanizada, las pantallas son un chupete bastante menos inerte que la televisión de las generaciones pasadas. Además, claro, crearon otros modos de conectividad; propician nuevos aprendizajes, facilitaron códigos impensados. No las podremos borrar de nuestras vidas, pero ¿qué hacemos bien y qué no en relación con ellas en los chicos?

La Organización Mundial de la Salud ya sumó a lista de afecciones la adicción a los videojuegos . Pero, aunque se producen en casi todos los usuarios ciertas conductas lindantes con la adicción (como no poder dejar de jugar, ciertos niveles de violencia al retirar un dispositivo, afección por la recompensa inmediata y una cercanía empática a las conductas fast), el fenómeno es muchísimo más complejo de pensar sólo como una dicotomía de sí o no.

Tal vez, la primera alarma se asiente en la idea de que los papás son los dealers de esta nueva droga . El cambio a modo padre/madre puede resultar abrumador. Es una tentación hacer que el bebe se quede sentado y abra la boca como un portón cuando se le acerca una cuchara, en vez de tener que limpiar la cocina luego de cada comida. Pero ¿qué pasará en el futuro? ¿Es que podrá comer sin una pantalla delante alguna vez?

Sebastián Bortnik fue uno de los fundadores y presidente de la ONG Argentina cibersegura , es autor de la Guía para la crianza en un mundo digital y referente por su trabajo de concientización sobre el buen uso de las tecnologías. Él asegura que "la relación de los niños con las pantallas está casi supeditada al destino. Te tiran la pantalla por la cabeza: jugá, usá las aplicaciones y el tiempo dirá cuáles son las consecuencias. Los chicos están muy solos, reciben las pantallas, pero no la guía y el acompañamiento de los adultos, ni desde la familia ni desde el colegio, entonces termina siendo un desarrollo supeditado a lo que el destino dicte".

La OMS ha declarado que hasta los 2 años no debe haber nada de pantallas (eso incluye a la tevé). A partir de esa edad hasta los 5 años, no debe exceder de una hora.

"Muchos padres usan las pantallas como una niñera -completa Carina Castro Fumero, neuropsicóloga pediátrica y autora de ¿Qué puedo hacer yo? (Albatros)-. Demandan las pantallas porque saben que se las dan". Este mecanismo está directamente asociado con la dopamina, un neurotransmisor en el cerebro que se activa cuando las personas participan en algo divertido y placentero.

Cuando Sara R, 38 años, de CABA, le compró a su hijo de 6 años un iPad siguió los pasos de la comunidad educativa a la que concurre. El pequeño era el único del aula de 25 que no tenía ningún dispositivo tecnológico, y en la escuela habían comenzado en el gabinete de computación a usar pantallas. Su pequeño se sentía un poco lejos de las habilidades de sus compañeros. Investigó un poco e introdujo a su hijo en Mindcraft, hoy propiedad de Microsoft, pero que fue ideado por el sueco Markus Notch Persson . Ese videojuego de construcción le pareció cercano al antiguo Lego de su infancia, salvo que ahora había que matar algunos animales y conseguir metales raros para sobrevivir y llegar al siguiente nivel. Eso no fue lo más preocupante. Poco a poco el niño empezó a desinteresarse por otras actividades y la propuesta recurrente era volver a la pantalla. No visitar amigos para jugar (o ir con el dispositivo), abandonar las prácticas de deportes luego de la escuela, incluso evitar otros paseos que antes eran atractivos. Cuando intentaba apartarlo del iPad, los enojos eran gigantes, incluso desconocidos en la conducta habitual del niño. La alarma recrudeció cuando, una noche, encontró a su hijo a las tres de la mañana bajo la mesa del comedor con el dispositivo, jugando sin sonido. El acuerdo desde entonces fue guardarlos bajo llave. Sara se sorprendió de ver la conducta agradecida de su hijo cada vez que dejaba el iPad encerrado. "Se veía como si estuviera aliviado de ponerlo fuera de su alcance", cuenta.

El relato, aun con diferencias, etarias, niveles socioculturales o económicos, área geográfica o configuración familiar, se repite. En esta instancia "corremos el riesgo de que parezca que las tecnologías son malas -indica Bortnik-. Esto es algo...

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