Peñarol mantiene vigente su calidad y fortaleza

SAN MARTÍN, Mendoza.- Leonardo Gutiérrez y Facundo Campazzo besando al mismo tiempo una copa. La imagen se vio muchas veces últimamente, y anteanoche, una más, cuando Peñarol celebró su conquista del Súper 8 en esta ciudad. El undécimo título de campeón en ocho temporadas, un predominio anormal en el básquetbol nacional, en el que los apogeos suelen durar un par de años, no más.Pues el equipo de Mar del Plata sigue ahí, en la cúspide, después de las dudas de hace menos de dos meses, cuando la transformación masiva del plantel y algunas lesiones tuvieron como precio demasiadas derrotas, algo a lo que el milrrayitas se había desacostumbrado. Poco duró la malaria: entre la Liga Nacional y el Súper 8, el conjunto ya encadena 14 victorias en fila. Ganó con solvencia y claridad el certamen que aglutina en cuatro días a los mejores del país y sugirió que Regatas Corrientes no tendrá nada llano el sendero hacia la defensa de su corona en la Liga.Y ratificó que es el Peñarol de estos últimos tiempos. En realidad es otro, pero es como aquél. Porque mantiene gran parte de la base: Leonardo Gutiérrez, Facundo Campazzo, Martín Leiva. Porque aunque se marchó Sergio Hernández, mareado por tantas vueltas olímpicas y en busca de desafíos en el exterior (dirige a Uniceub, de Brasil), asumió su asistente Fernando Rivero y, en lugar de modificar todo para darle una impronta 100% propia, hizo apenas retoques en una fórmula exitosísima. Y porque los jugadores que se incorporaron tardaron poco en imbuirse de ese espíritu ambicioso que reina en la zona del Materno.Uno de ellos es Adrián Boccia, que en el Súper 8 resultó el mejor del campeón por su alta regularidad en los tres encuentros (82-77 a Libertad, 96-89 a Regatas y 82-76 a Quimsa) y logró su primera estrella en la Argentina. "Mirá lo que es la gente... ¿Cuántas personas vinieron hoy?", rescató el rosarino al medio centenar de hinchas que viajaron alrededor de 1200 kilómetros para cubrir de banderas su tribuna y alentar sin pausas. "Mar del Plata es una ciudad de básquet y es Peñarol. Desde el día en que llegué me hicieron notar que Peñarol es grande, que hay que ganar títulos, y para eso nos trajeron. Estoy feliz por estar en este grupo acostumbrado a ganar. Y lo contagia", contó a LA NACION el alero de 31 años.¿Quién mejor que Leo Gutiérrez, un emblema de este club, para explicar la supremacía milrrayitas? "Peñarol tiene continuidad de jugadores, y de idea de juego; una dirigencia que no se queda con lo que tiene, que...

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