Patricia Sarán. Habla de todo: sus candidatos famosos, la imagen de mujer fatal y el chip sexual que no le funciona

Patricia Sarán

No despotrica sobre su pasado, pero reconoce que le cuesta despegarse de la imagen de f emme fatale que forjó a finales de los 80 con la recordada publicidad de jeans en la que se cambiaba la ropa dentro de un ascensor. Dueña de una belleza que el paso del tiempo no logró alterar, Patricia Sarán reparte sus días entre sus dos pasiones: los animales y el canto. Dice que quiere dejar atrás "la imagen frívola y vacía que Juana Molina quiso instalar" sobre ella y casi como un mantra repite "no soy solo una rubia linda". Está decidida en dar a conocer, a través de sus canciones, su "verdadera esencia". Al mismo tiempo, cuestiona el rol del feminismo: dice que también existen "hombres maravillosos y mujeres de porquería" y no se muerde la lengua al momento de dar ejemplos.

"Perdón que te hice esperar, pero se me juntó todo. Recién vuelvo de ayudar a agarrar un gato para castrarlo. No llegué ni a maquillarme y encima me salieron dos granos por el chip ese...¿se notan?", dice.

-¿El chip?

-Sí, el chip sexual. Me lo recomendó una amiga famosa para mejorar mi calidad de vida: "Tené cuidado porque vas a salir a la calle y te vas a querer comer el mundo", me dijo. A ella le funciona bárbaro, pero a mí no me hizo efecto... ¡y encima me salieron dos granos!

En 1989, Patricia Sarán protagonizó la publicidad de Jordache, donde se cambiaba en un ascensor. Y su carrera explotó.

Para empezar a hablar de una de las mujeres que marcó la década de los 90, es preciso remontarnos a la publicidad que la catapultó a la fama. Sarán subía a un ascensor y se cambiaba la ropa dentro de la cabina. Era pura sensualidad. "Una agencia internacional me contrató para hacer el aviso del jean, pero cuando vi la idea respondí que no. Lo que proponían era muy parecido a una publicidad de Gatopardo que había hecho Susana Giménez. Les dije que yo les iba a hacer una propuesta mejor. En ese tiempo estudiaba Derecho en el Salvador. Un día tenía que salir antes de la clase porque no llegaba a un desfile, entonces me metí en el ascensor que era para los profesores, lo trabé entre dos pisos, y me cambié. Demoré poco, pero cuando salí del ascensor había gente esperando. Un profesor me miró sorprendido: "¡¿Sarán?! ¿Es usted?". Quedó impactado porque me vio producida, muy distinta a la nena de cara lavada que solía ver en clase. Así se me ocurrió la publicidad. Con el aviso del ascensor exploté como figura", cuenta Sarán. La publicidad, que luego grabó con un amigo, ganó el Lápiz de Platino.

-Pero tu carrera como modelo comenzó mucho antes de subir al ascensor. Empezaste muy joven.

-Sí, a los 14 años. Mis papás me dieron plata para ir a cortarme el pelo, algo así como dos lucas de hoy. Fui a Andrea, mi peluquero, y me dice: ‘¿Vos querés que, en lugar de cobrarte dos mil pesos, yo te pagué a vos diez mil?’. Y yo respondí: ‘¿A quién hay que matar? Obvio’. Me llevó a un desfile y me cortó el pelo en vivo. La gente de Fiorucci me vio y me contrató. Encima, pagaban en dólares.

-Después llegó "La noche del Sábado", de Gerardo Sofovich

-Entré a trabajar con Gerardo de casualidad. Fui al casting con colita en el pelo y la cara lavada, para acompañar a una amiga de la...

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