El patón y chacho, enemigos íntimos,la historia

El fútbol se nutre de historias mínimas, de pequeñas reseñas de vínculos atravesados, cruzados por una camiseta. Por un sentimiento. No hay dobles lecturas: San Lorenzo y Rosario Central jugarán mañana algo más que un partido. Boca espía sentado en una mesa de galanes exclusiva: en la antesala del accesible choque contra Crucero del Norte, saborea a la distancia la batalla entre cuervos y canallas. A cuatro puntos del Ciclón, a seis de Central, se entretiene con una batalla que promete sacarse chispas, con un agregado estelar en el atiborrado Nuevo Gasómetro: la otra lucha, la de los entrenadores. Edgardo Bauza, el técnico de San Lorenzo, tiene 57 años, es uno de los más experimentados y su estilo es el pragmatismo, el punto exacto del equilibrio. Eduardo Coudet, el entrenador de Rosario Central, suma 41 años, es uno de los más jóvenes y su escuela es la audacia, la vorágine del ataque. El Patón es uno de los símbolos de Central: su pasión no la esconde. Nació en Granadero Baigorria, conoce Arroyito desde siempre. Chacho es uno de los personajes más queridos en la historia reciente azulgrana: en sus dos pasos dejó una huella imborrable.

Para el Chacho, es su primera vez como capitán del barco. No hay estrellas aún en el espacio, pero tiene un doble desafío: el torneo local y la Copa Argentina. Para Patón, es su séptimo reto. Entre ellos, sostiene dos Copas Libertadores: Liga Deportiva Universitaria 2008 y San Lorenzo 2014. No sería descabellado, en un futuro, que Coudet sea técnico del Ciclón: los hinchas lo recuerdan con afecto. Sería descabellado, en un futuro, si Bauza no acaba su proyecto como suerte de manager en Central, su segunda casa.

"El único objetivo que tenemos hoy en la cabeza es San Lorenzo, no hay que mirar para adelante. Es una final, los dos tenemos la misma necesidad", reflexiona Coudet, que corría detrás de sus locuras en San Lorenzo en dos temporadas: 98-99 y 2005, en los que marcó ocho goles y tuvo dos entrenadores de novela: el Bambino Veira y el Coco Basile. San Lorenzo fue el primer grande que le abrió la puerta. También en River dejó un sello, descubrió dos etapas y conquistó cinco títulos domésticos. Sin embargo, en San Lorenzo conserva uno de los mejores recuerdos. "El Coco Basile fue el mejor técnico que tuve. Le llega mucho al jugador. Cuando habla no vuelan ni las moscas", contó alguna vez sobre quien lo dirigió en el club azulgrana. Años atrás, el Bambino, ocurrente como siempre, lo recordó de esta manera...

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