Paro salvaje y político

Una vez más, miles de personas volvieron a ser rehenes de un grupo de gremialistas con el suficiente poder como para decretar la salida de funcionamiento de un servicio público. La excusa de partida para entorpecer los vuelos de Aerolíneas y Austral de decenas de miles de personas y enmarañar la vida de muchísimas más a la espera de esos viajeros fue, como casi siempre sucede, de tipo salarial. La decisión de parar, también como suele ocurrir, se tomó durante una asamblea realizada al comenzar un fin de semana largo, en el que esta vez coincidieron la celebración por el Día de la Diversidad Cultural, el Día de la Madre y varios congresos, entre ellos, el Coloquio de IDEA, en Mar del Plata, del que participaron autoridades del Gobierno, empresarios y parte del sindicalismo y de la oposición política.

Ciertamente, no se puede aislar el reclamo salarial -que no nació el jueves pasado, sino hace más de 45 días- de la decisión de dejar varadas a miles de personas en esa fecha, en que, por otro lado, hubo récord de venta de pasajes. Incluso el propio secretario general de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, reconoció que la disputa era de vieja data y advirtió el sábado pasado que el conflicto iba a "ser muy largo".

La resistencia sindical a la llegada de las low cost se suma a estas medidas salvajes apañadas y promovidas por el gremialismo aeronáutico más próximo al kirchnerismo. Hubo una excepción sindical el fin de semana: la Asociación de Aeronavegantes decidió despegarse del paro para no "usar a los pasajeros de rehenes".

Pero esa abstención no alcanzó.

El poder de daño de los sindicatos aeronáuticos se extiende también a la propia empresa con la que los gremios negocian. Las pérdidas por cada día de paro resultan cuantiosas y, aunque la medida fue levantada pasadas varias...