Julio Le Parc: un juego de luces, frente a los ojos de los demás

Disfruta tanto de la relacción directa entre la obra artística y el público, que uno de sus desvelos es que haya un "libro de oro" para que la gente pueda dejar sus impresiones en el vestíbulo del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, donde se desarrollará la muestra Lumière, desde pasado mañana y hasta el 6 de octubre.Desde el inicio de su carrera, allá por los 60, Julio Le Parc ha privilegiado el trato directo con el espectador, relegando la opinión de críticos, coleccionistas o directores de museos. Le cabría perfectamente la definición de moda: "democratizador", en este caso, del arte.Espigado, con sus infaltables boina y bufanda negra y la picardía intacta, Le Parc recorrrió ayer con LA NACION las dos salas en las que se podrán ver sus trabajos sobre la luz creados en las décadas del 60 y del 70 en París, y que pertenecen a la colección Daros Latinamericana, con sede en Zurich y casa de exposición en Río de Janeiro, donde se vieron durante casi todo el verano.Es la cuarta retrospectiva de su vasta obra en nuestro país y en el Malba, que ya atesora algunos trabajos suyos. Da respuestas tan sencillas que pareciera un espectador más de su propia creación y se permite fantasear con la posibilidad de jubilarse, aunque sabe bien que no se retirará jamás.La exposición que llega a Buenos Aires está integrada por 17 proyectos. Es algo más chica que la de Casa Daros, en Botafogo, por la que pasaron unas 55.000 personas a conocer 32 instalaciones cinéticas y lumínicas. Y es bastante más chica que la del Palais de Tokyo, que incluyó otras temáticas y propuestas de su trayectoria y por la que desfilaron 170.000 espectadores en menos de tres meses.Evita hablar de sí mismo y se enfoca en sus proyectos. Para referirse a Le Parc, hay que hablar con Hans-Michael Herzog, director artístico y curador de la Colección Daros Latinamericana, que sigue la entrevista con esta cronista, acostado sobre un amplio camastro para observar en detenimiento la obra Continuel-lumière au plafond, que pende del techo y mide cuatro metros de ancho por cuatro metros de largo. "Es uno de los mejores artistas del siglo XX en este campo del arte cinético. Todo sale de la nada, hecho a mano y con años de experiencia", sentencia Herzog. Y califica la propuesta de "existencialista, lúdica e inestable". "Entre otras muchas consideraciones que podemos hacer de la obra de Le Parc, debemos señalar que es lúdica, y una muestra sobre la memoria. Cada espectador la sentirá de una manera...

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