El paraíso perdido

MONTEVIDEO

Vive Uruguay un curioso conflicto internacional. En la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico no ha pasado la revisión de los actuales estándares de transparencia impositiva y el presidente del G-20, monsieur Sarkozy, no ha tenido mejor idea que agregarnos a una lista de "paraísos fiscales" y con voz tonante amenazar al Uruguay con quedar aislado de la comunidad internacional, junto a Vanuatu y Botswana.

Por más que el discurso haya sido escrito por la burocracia de la OCDE, ningún presidente francés hubiera mencionado al Uruguay, bien conocido por Chirac, Miterrand y, naturalmente, De Gaulle. Este, sin ir más lejos, le llamaba "el brazo Uruguay" al derecho de su amigo el mariscal Juin, que había sido salvado en la batalla de Verdún por un médico del ejército francés, Eduardo Blanco Acevedo, un voluntario uruguayo de posterior relevante actuación científica y política. De Gaulle y Juin, jóvenes tenientes, cayeron heridos y cuando un viejo médico, en el hospital de campaña, iba a amputar el brazo de Juin (y cortar su carrera) el joven Blanco Acevedo se opuso, lo operó y lo salvó.

Sarkozy, hombre de poca cultura y mucho arrebato, cometió ese error inexcusable, que ha provocado natural indignación en Uruguay, un país de escasas dimensiones territoriales pero que siempre ha sido internacionalmente muy respetado, por encima incluso de su peso específico.

Naturalmente, mueve a rebeldía la hipócrita calificación de los técnicos de la OCDE que consideran insuficientes las medidas uruguayas al respecto. Decimos hipócrita porque nada dicen de la isla de Mann ni de Gibraltar ni del estado norteamericano de Delaware, esos sí paraísos donde el no residente no paga impuestos. Cargan la romana, en cambio, contra un país sudamericano que, en lo que a impuestos refiere, está más cerca del infierno que del paraíso. Veamos: 1) el impuesto a la renta (que llega a un 25% del ingreso personal) lo pagan todos y aun las personas no residentes, que están específicamente gravadas; 2) el sistema no posee ninguna discriminación a favor del no residente, porque Uruguay nunca distinguió nacionales o extranjeros; 3) el secreto bancario puede abrirse por orden judicial en cualquier momento ante la sospecha de una evasión fiscal o fraude, cosa que de hecho se hace todos los días; 4) el ente impositivo uruguayo puede acceder a la información bancaria de cualquier contribuyente en cualquier momento, como ocurre en algunos países pertenecientes...

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