El paraíso de la adrenalina

Al Alvarez, el autor de ¿Cómo fue que todo salió bien?

Decir de un escritor que es inclasificable resulta un facilismo, pero ¿cómo definir al inglés Al Alvarez (1929-2019) si se prescinde del adjetivo? Se supone que era poeta y novelista, pero la gran mayoría de sus lectores lo conocen por libros de lo más diversos. Tiene uno sobre cartas ( Poker. Crónica de un gran juego ) y otro sobre la nocturnidad y los sueños ( La noche ), otro sobre la escalada de montañas ( Alimentar a la bestia ) y un diario de nadador ( En el estanque ), que es también un sensible tratado sobre el arte de envejecer. El más conocido de todos es el primero, El Dios salvaje (1971): su tema es el suicidio y, aunque propone toda clase de conexiones, comienza con un escalofriante e inolvidable capítulo sobre su amiga, la poeta Sylvia Plath .

En algún momento de adolescencia se sumó como factor de riesgo y emoción la poesía gracias al descubrimiento de John Donne, el autor del Biathanatos

Suena inverosímil que Al Alvarez, con su fácil capacidad para contagiar entusiasmos, haya tenido en algún momento de zozobra su propio intento de autolesión. Fue, por suerte, un suicida frustrado. "Es una confesión triste -anota en el epílogo de El Dios salvaje - pues en realidad, se diría, no hay nada más fácil que quitarse la vida". Suena más inverosímil todavía al leer su autobiografía, ¿Cómo fue que todo salió bien? , un franco balance (lo publicó hace poco Entropía) en el que sus avatares individuales, tangenciales en los restantes libros, se presentan ordenados en una cronología zigzagueante.

Dejo para la próxima su experiencia dentro del campo poético, donde como editor trató, además de a Plath y su marido Ted Hughes, a Auden, John Berryman o Robert Lowell, entre tantos otros. El quid de Alvarez como individuo precede, en todo caso, esa mundanidad. Está en la infancia, y el elemento fundamental tiene un nombre: la adrenalina.

El escritor nació en una familia judía, parte de la cual estaba afincada desde el siglo XVIII en Inglaterra y había hecho su fortuna con una cadena de tabernas. "Al igual que todos los integrantes del establishment anglo-judío, mi familia era más inglesa que los ingleses", dice, aunque al mismo tiempo siempre quedaba una vaga sensación de extranjería por ese apellido español que recordaba un viejo pasado ibérico. Los padres, en todo caso...

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