Paradojas del teatro marplatense

Hace exactamente un año, el gobierno de la provincia de Buenos Aires anunció que iba a subsidiar los espectáculos que estaban haciendo temporada en Mar del Plata. Esa iniciativa nunca prosperó. Lo único que produjo el anuncio fue el rechazo de buena parte de los productores teatrales, que se opusieron a que dineros públicos fueran destinados a iniciativas de privados."No podemos ser capitalistas en el éxito y socialistas en el fracaso", dijo en ese momento el productor Carlos Rottemberg. Mientras el debate tomaba forma, los dueños de las salas del off marplatense, las que legítimamente requieren de la ayuda del Estado, escuchaban las declaraciones de unos y otros lejos de los lugares en donde se toman las decisiones.Esta temporada, el tema de los subsidios parece haber revertido su lógica (o haber tomado otros extraños y singularísimos caminos). En la sala Mar del Plata se presenta El conventillo de la Paloma , el sainete de Alberto Vaccarreza producido por el Teatro Nacional Cervantes, que fue un verdadero éxito en Buenos Aires. Carlos Rottemberg, el señor de los teatros, fue a verlo hace un tiempo, le gustó y ofreció a las autoridades del Cervantes llevarlo a una de sus salas, asumiendo el riesgo que implica una propuesta teatral de este tipo. En aquella oportunidad también decidieron que el montaje se presentara a precios populares (una de las premisas del teatro público). Como empresario de sala, Rottemberg debía asumir el costo de publicidad, prensa, marquesina y todo ese mundillo que hace a la actividad. Entonces hubo anuncio oficial y todos felices.Pero días antes del estreno en el teatro Mar del Plata, una de las salas del productor, la administración del Cervantes no contaba aún con el adelanto de dinero necesariopara que se pudieran alquilar los departamentos donde vivirían técnicos y actores hasta principio del mes próximo, cuando vuelvan a Buenos Aires. Era un monto importante. La temporada peligraba. Entonces, le preguntaron a Rottemberg si podía adelantar el dinero a cuenta de la futura recaudación. Y él aceptó. Transfirió 675.600 pesos. Así fue como, primera paradoja de este extraño conventillo, un productor privado terminó subsidiando una sala pública.En el entramado de todo esto surge otro dato llamativo. La provincia de Buenos Aires tiene una sala en Mar del Plata. Es el Teatro Auditorium, un hermoso espacio ubicado a metros de los famosos lobos marinos. Sería lógico pensar que un espectáculo del único teatro nacional con que cuenta...

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