El Papa, con rohingyas: 'En nombre de todos los que los persiguen, les pido perdón'

DACCA. "La presencia de Dios hoy se llama también rohingya". Después de días en los que evitó, por cuestiones diplomáticas, la palabra "rohingya", el Papa finalmente ayer no sólo pronunció esa palabra tabú, dicha con acento argentino, sino que también pidió perdón, en nombre de sus victimarios, a esta discriminada minoría islámica, en el centro de la peor crisis humanitaria reciente en Asia.

"¡En nombre de todos los que los persiguen, de los que les hicieron mal, sobre todo por la indiferencia del mundo, les pido perdón! ¡Perdón!", clamó Francisco, que mencionó a los rohingyas hablando desde el corazón, sin texto alguno preparado, luego de haber oído las dramáticas historias de 16 refugiados que lo conmovieron profundamente.

Francisco cerró así, sorprendiendo a todos y dejando en claro de qué lado está, su gira a Myanmar y Bangladesh, que culminará hoy. Un viaje a dos países donde los católicos son una ínfima minoría, marcado desde el principio por el debate en torno de si el Papa, desafiando el bon-ton diplomático y al gobierno birmano que no reconoce a los rohingyas y por eso hasta prohibió este término, los mencionaría, o no.

Más de 600.000 rohingyas en agosto pasado se vieron obligados a escapar de una brutal represión del ejército de Myanmar, recalando en masa en el vecino Bangladesh. Uno de los países más densamente poblados del mundo 160 millones de habitantes y de los más pobres, que los recibió "con el corazón abierto", como destacó el Papa.

Demostrando que al final su postura desde siempre en favor de los últimos y, especialmente, de los refugiados prevaleció sobre "la razón de Estado", Francisco actuó desde lo más profundo de su interior. Obvió el hecho de que tanto obispos católicos de Myanmar que estableció en mayo último relaciones diplomáticas con el Vaticano y donde los militares siguen dominando una democracia muy frágil como altos prelados de la Secretaría de Estado le hubieran recomendado no pronunciar la palabra prohibida.

El golpe de escena tuvo lugar en el jardín del arzobispado de esta capital, al final de un encuentro interreligioso y ecuménico por la paz. Francisco había llegado hasta allí a bordo de un rick-shaw, símbolo de este país, que también había usado Juan Pablo II aquí en 1986, después de reunirse con obispos bengalíes.

Luego de discursos de líderes budistas, hindúes, musulmanes, anglicanos y del Papa, que coincidieron en la necesidad de unidad entre todas las religiones y la urgencia de...

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