El Papa limita las misas en latín y abre otro frente con los ultraconservadores

El Papa, en su último Ángelus en la Plaza San Pedro, antes de su operación

ROMA.- Dos días después de haber sido dado de alta del hospital, luego de una delicada operación programada al colon, el papa Francisco demostró hoy que, más allá de la lógica convalecencia, sigue firme al timón de la Iglesia. En un nuevo documento que caerá como una bomba en los sectores ultraconservadores y tradicionalistas, decidió limitar al máximo el uso de la antigua misa en latín, que de ahora en más deberá ser autorizado por el obispo del lugar.

Con el motu proprio "Traditionis Custodis", para "promover la concordia y la unidad de la Iglesia", Francisco abrogó el motu propio "Summorum Pontificum" con el que su predecesor, Benedicto XVI en 2007 había rehabilitado la misa con este viejo rito, creado por San Pío V después del Concilio de Trento (1542-1563) y aggiornado por Juan XXIII en 1962.

Entonces Benedicto XVI, papa emérito, para reconciliarse con los sectores tradicionalistas que nunca digirieron la reforma litúrgica de 1970, fruto del Concilio Vaticano II -que significó la gran revolución de las misas habladas en los idiomas nacionales, con el sacerdote enfrentado a la asamblea y ya no de espaldas-, indicó que era posible en "forma extraordinaria" la misa tridentina en latín, sin necesidad de pedirle permiso al obispo para celebrarla. Era un modo, también, para reacercarse con los ultraortodoxos seguidores del fallecido obispo francés, Marcel Lefebvre, que rompió con Roma por ese y otro motivos en 1988.

Trece años después de "Summorum Pontificum" Francisco decidió dar marcha atrás. Después de encargarle a la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) que realizara durante el año pasado una consulta "capilar" con obispos de todo el mundo, a quienes se les mandó un cuestionario sobre el tema, con un nuevo decreto estableció que sólo hay una "única" forma de "lex orandi" del rito romano, la de los libros litúrgicos promulgados por los santos Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con el Concilio Vaticano II.

Y que, de ahora en más, quien quiere celebrar la misa con el antiguo rito en latín deberá ser autorizado por el obispo del lugar, siguiendo las orientaciones de la Santa Sede. El obispo también deberá controlar que los grupos que siguen ese rito antiguo "no excluyan la validez de la legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices", y deberá indicar dónde puede ser celebrada la antigua...

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