El Papa descubre una Argentina maravillosa

: el martes, apenas se enteró de que la señora iba a hablar en cadena, aprovechó que estaba en su día de descanso en Río, pidió no ser molestado y se encerró a escucharla. "No me la quiero perder por nada del mundo", dijo. Sus colaboradores ya saben cuánto extraña esos discursos, esos mensajes de amor y paz. De ellos ha sacado mucho material para sus homilías, para predicar sobre la confraternidad, la humildad y el desapego de los bienes terrenales.Cristina, acaso informada por los servicios de inteligencia de de que Francisco la estaba viendo, pareció especialmente inspirada. Fíjense que habló de la extranjerización de la tierra (para decir que no hay tal extranjerización), de los cambios en las Fuerzas Armadas, de becas a estudiantes, del caso , de asignaciones familiares y de Aerolíneas Argentinas. Un combito extraordinario. Nunca una cadena estuvo más justificada.Lo imagino al http://www.lanacion.com.ar/1604759-papa-francisco-llego-a-copacabana-para-iniciar-el-via-crucis-en-el-marco-de-su-historica-vis, aplaudiendo, disfrutando cada palabra. Me lo imagino robando ideas. Si ella, en medio de sus amables mensajes, habla duro contra la oposición, la Justicia y los medios, él tiene que hacer lo mismo: condenar con firmeza la corrupción, la sed desmedida de poder, la mentira. Si ella mecha palabras en inglés, él tiene que dejar caer algunas en latín. Si ella habla de Él, él, que es el vicario en la Tierra del otro Él, mucho más. Si Cristina recuerda una y otra vez los milagros que ha hecho en el país, piensa Francisco, se ve que el de los milagros es un tema marketinero.Claro que, ocupado como está en gobernar a 1200 millones de católicos en todo el mundo, a Bergoglio hay cosas que se le escapan. Por ejemplo, cuando se enteró de que Milani era el nuevo jefe del Ejército preguntó si era pariente del que tenía denuncias por violación de los derechos humanos en la última dictadura. Le contestaron que era el mismo, y entonces exclamó: "Pobre Cristina, después dicen que es intolerante".En el fondo, el Papa recuerda con gratitud a los servicios de inteligencia, que estos diez años, preocupados por su seguridad, lo han seguido a sol y a sombra. Como sabía que le escuchaban las conversaciones telefónicas, antes de cortar también se despedía de esos ángeles custodios con su santo y seña preferido: "Muchachos, recen por mí".Como les conté, parece que el Papa ya no está tan al tanto de las cosas que ocurren en el país. Cuando llegó a Río y los obispos argentinos le...

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