Palacio Fernández Anchorena. El interior de una mansión imponente, la menos fotografiada de Buenos Aires
Uno de los palacios emblemáticos -y menos fotografiado- de la ciudad de Buenos Aires, por dentro
Las cortinas del palacio solo se abrían para barrer el polvo. Desde 1909, cuando fue inaugurada, hasta 1922, los únicos que habitaron la casona de la avenida Alvear al 1637 fueron los empleados del servicio doméstico, que cada día bajaban del tercer piso, donde vivían, para limpiar las amplias suites, el salón de baile, el gran comedor y el jardín de invierno. Por orden del administrador, durante los 13 años en los que la casa estuvo desocupada, cada copa de cristal y cada mueble fue mantenido como si la propiedad estuviera en uso.
El Palacio Fernández Anchorena en 1909, recién terminada su contrucción. (Gentileza Walter D’Aloia Criado)
Juan Antonio Fernández y Rosa Irene de Anchorena ya estaban casados y tenían cuatro hijos cuando ordenaron la construcción del palacio, que tomaría por nombre el apellido familiar. Pero el matrimonio no llegó a conocer la propiedad. La encargaron a la distancia, desde su residencia temporal en París. Aprovecharon el hecho de estar allí y contrataron al famoso arquitecto francés Édouard Le Monnier para que hiciera los planos. Luego, compraron todos los muebles y adornos en tiendas parisinas.
"Se cree que hicieron la casa con la intención de venirse a vivir a la Argentina. En Buenos Aires, tenían un administrador que les montó toda la casa. Pero Juan Antonio Fernández sufrió un accidente en una pierna en París que le impidió caminar bien, por lo que retrasaron el viaje. Al final nunca volvieron. Sí viajaron algunas veces los hijos, pero no dormían en la casa, sino en el hotel Plaza. En una carta a sus padres, uno de los hijos Fernández Anchorena explica: ‘Es una casa tan grande y yo me siento tan solito’, detalla Walter D’Aloia Criado, museólogo y autor del libro El infierno y la gloria de Adelia María Harilaos de Olmos, investigación biográfica acerca de la segunda propietaria del palacio, y coautor de otro libro sobre la historia del edificio de la actual Nunciatura Apostólica.
El frente de la mansión hoy, con la bandera de Vaticano, en avenida Alvear al 1637
D’Aloia Criado tuvo acceso a gran aparte de la correspondencia familiar de los Fernández Anchorena con el administrador del palacio. En estos documentos históricos encontró datos reveladores y otros tan solo curiosos, por ejemplo, una carta en la que Rosa Anchorena le pide al encargado que por favor resuelva el conflicto generado dentro del servicio doméstico por el amorío entre el jardinero y la mujer del cocinero. "Para mi modo de pensar, una casa desocupada durante años, sin patrones, en poder del servicio, es en lo que tenía que concluir", escribió la dueña de...
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