El sabor de las palabras

"Si este siglo XX no será solo de siniestra memoria, ello se debe sin duda al placer y al impudor de las mujeres libres [...]. El sabor de las palabras, restituido a los seres robotizados que somos nosotros, es tal vez el más bello presente que puede ofrecer una escritura femenina a la lengua materna." Así reflexionaba Julia Kristeva en la introducción a su tríptico El genio femenino, cuyo primer volumen, dedicado a Hannah Arendt (seguiría luego con Melanie Klein y con Colette) apareció originalmente en 1999.Una era llegaba a su fin y la ensayista francesa de origen búlgaro miraba el nuevo siglo con optimismo: sería el turno de las mujeres, que no sólo transformarían la vida en la esfera pública, sino que también introducirían grandes cambios en los papeles que tradicionalmente desempeñaban en la esfera privada, en particular, la maternidad. El siglo XX, feminismo mediante, había traído la liberación colectiva; el XXI sería la ocasión de las oportunidades personales. En consonancia con esa creencia acometió Kristeva su obra. La animaba la intención de que aquellas tres mujeres ejemplares sirvieran de inspiración para que todas las demás se animaran a superarse a sí mimas: "Reconocer la contribución principal de algunas mujeres extraordinarias...

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