Un país que se quedó sin fuerzas de seguridad

Aníbal Fernández recibió un pésimo regalo el día en que cumplía 59 años: volvió a prisión el prófugo que es también testigos de cargo en la causa que investiga su vinculación con el tráfico de efedrina. La ironía habitual en él no puede esconder esa mala noticia que amargó su cumpleaños. El caso de la efedrina es, sin embargo, sólo uno de los aspectos que aparecieron tras la fuga de tres sicarios y de una huida rocambolesca y patética.

La herencia que recibió Mauricio Macri no se limita a la economía desquiciada y a los ñoquis kirchneristas que viven del dinero público. Hay una manifiesta decrepitud del Estado, que puede advertirse con sólo abrir cualquier cajón de la administración pública. O con sólo darle una función a las fuerzas de seguridad.

Para peor, ayer ocurrió una crisis política entre el Gobierno nacional y el de la provincia de Santa Fe. La Gendarmería informó, casi inmediatamente después de la captura de Martín Lanatta, el líder del grupo de los sicarios prófugos, que también estaban detenidos su hermano Cristián y Víctor Schillaci. Más tarde, el gobierno de Santa Fe desmintió esa información y señaló que sólo había sido capturado Martín Lanatta.

Lanatta es el líder del grupo de los sicarios prófugos, que también estaba detenido con su hermano Cristián y Víctor Schillaci. Más tarde, el gobierno de Santa Fe desmintió esa información y señaló que sólo había sido capturado Martín Lanatta. En el Ministerio de Seguridad nacional comenzó a especularse con la posibilidad de una complicidad entre los prófugos y la policía santafecina. La ministra Patricia Bullrich le había informado al Presidente que los tres estaban en poder de las fuerzas de seguridad, pero después el gobierno de Santa Fe dijo que no era cierto. "Esto es tierra arrasada. Todo es desconfianza y precariedad", dijo un colaborador de la ministra.

Martín Lanatta fue apresado por la policía provincial. El lugar de su detención es un arrozal por el que sólo se puede andar a caballo. Según fuentes oficiales, las fuerzas federales pudieron verlo luego a Martín Lanatta detenido, tras una gresca entre federales y policías provinciales. Pero ninguna autoridad federal vio al otro Lanatta, Cristian, ni a Schillaci. ¿Estuvieron presos y salieron o todo fue una enorme confusión? La respuesta varía según el interlocutor, ya sea el gobierno nacional o santafecino.

Fuentes oficiales señalaron también que los servicios de inteligencia habían establecido con precisión el lugar del...

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