Osvaldo Sabatini: el hombre que marcó la carrera de la mejor tenista argentina de la historia

Alto, de gran presencia, pelo canoso y voz grave, Osvaldo Sabatini era de los que escaneaban con la mirada al interlocutor de turno. Podía ser un vistazo de cautela e incluso de desconfianza, pero cuando su intuición le daba señales positivas, aparecía el personaje bonachón, de sonrisa franca e inconfundible. Que podía enfrascarse en cualquier conversación: tenística, futbolera, social. Claro que su debilidad era Gaby. La nena. Ese prodigio que un día, motivada por Ova, su hermano mayor, terminó en el frontón de River, aprendiendo los primeros golpes con la raqueta. Con sólo 6 años, Gabriela ya emanaba talento y Osvaldo, empleado de General Motors, olfateó que a su hija habría que cuidarle las espaldas mucho más de lo que lo había hecho con su hijo mayor. No falló en el diagnóstico.

Supo que su vida (y la de toda la familia) cambiaba para siempre cuando Gaby empezó a ganarle a jugadoras hasta cuatro años más grandes en juniors. Y asumió el desafío. Con las dificultades lógicas de quien pasa a tener un diamante en bruto en sus manos y no puede errar en las decisiones.

Su fuerte carácter le valió más de un encontronazo con quienes disentían con la manera como manejaba la carrera de Gabriela, un escenario en el que privaba la reserva. En rigor, más allá de estilos, actuaba como un...

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