Una orangutana en libertad

La Sala II de la Cámara de Casación Penal dispuso que la orangutana de Sumatra, de 28 años, llamada Sandra y alojada desde hace 20 años en el Zoo porteño, pueda gozar de libertad y se la reconozca como persona jurídica. La orangutana vivió toda su vida en cautiverio. Nació en 1986 en un zoo alemán y vive en Palermo desde septiembre de 1994.

En un fallo inédito a nivel mundial se le reconocen a Sandra derechos como "sujeto no humano" y, en ese carácter, hace lugar a un recurso de hábeas corpus, herramienta aplicable a personas privadas ilegítimamente de su libertad. Se trata del mismo tribunal que semanas atrás otorgó derechos laborales a los presos.

El fallo no brinda razón alguna. Manifiesta que "a partir de una interpretación jurídica dinámica y no estática menester es reconocer al animal el carácter de sujeto de derechos, pues los sujetos no humanos (animales) son titulares de derechos, por lo que se impone su protección en el ámbito competencial correspondiente". Eso es todo. Luego cita como antecedente -sin ninguna ampliación- dos libros del juez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni: La Pachamama y el humano, y Derecho Penal, Parte General. La ausencia de considerandos en un fallo que no alcanza a una carilla se asemeja bastante a la falta de fundamentos, o a una decisión fundamentalista.

Ello no implica desconocer varios de los argumentos de quienes presentan la acción que aseguran que Sandra mantiene lazos afectivos, razona, siente, aprende e incluso es capaz de transmitir lo aprendido. Nada de eso recoge el fallo, de modo que poco se sabe de lo que todo eso significa para esta sala de la Cámara Penal. Siendo un tema que puede tener una relevancia pública por la sensibilidad que encierra, debiera dedicarle un razonamiento que dé cierta luz a una decisión que le otorga derechos humanos a un animal.

Sabemos que, al inicio del siglo XXI, la diversidad biológica atraviesa uno de los períodos más oscuros de su larga historia. La causa principal es la degradación y pérdida de hábitats, que afecta a 9 de cada 10 especies amenazadas. Hay que ser claro: los zoológicos no contribuyen a la desaparición de las especies, pero también es cierto que deberían convertirse en un vehículo...

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